Capítulo 2

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𓆝 𓆜 ––––———–––––———–┊⁀➷The Devil Smells Like Roses and Venom

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The Devil Smells Like Roses and Venom

—Me llamo Mareena Crawford, tengo 16 años, soy del Distrito 4, estuve en los 68º Juegos del Hambre, salí vencedora, estoy en el Capitolio, perdí la memoria al salir de la arena, mis padres murieron cuando tenía

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—Me llamo Mareena Crawford, tengo 16 años, soy del Distrito 4, estuve en los 68º Juegos del Hambre, salí vencedora, estoy en el Capitolio, perdí la memoria al salir de la arena, mis padres murieron cuando tenía...¿7? —cuando la mujer le asintió, continuó—. Uhm, mi tía me crió desde entonces; Zarya Crawford.

Zarya sonrió de oreja a oreja y comenzó a aplaudir para después darle un sonoro beso en la cabeza.

—Muy bien, cariño, lo estas haciendo excelente.

—No lo sé, siento que...me siento...incompleta —suspiró la muchacha, bajando la cabeza y jugando con la pulsera del hospital. Lo hacia siempre que se sentía mal, hasta ahora, han tenido que cambiársela dos veces por haberla roto.

—Lo sé cariño, lo sé. Hay muchas cosas que aun nos faltan, pero llegaremos ahí, te lo prometo.

Se quedaron en silencio por unos momentos, Zarya acariciaba el cabello de su sobrina para brindarle un poco de confort, tanto a Mareena como a ella misma. Cuando la vio caer en la arena, por un momento pensó que estaba muerta, que después de todo no lo había logrado y todo ese sufrimiento había sido en vano. Por suerte el Capitolio había quedado encantado con la pequeña sirenita y habían hecho hasta lo imposible por salvarla. Cuando se despertó sin memoria alguna fue un golpe demasiado dura, no solo para ella, pero había logrado ganarse la confianza de Mareena en poco tiempo y poco a poco estaba mejorando. Aunque fuese muy, muy despacio.

—El...el chico, ¿Finnick? No ha...¿vuelto?

El corazón de la mujer se apachurró, Finnick, el pobre había estado sufriendo más que cualquier otro. Por más que lo intentasen Mareena no podía recordarlo, apenas y pudo recordar su nombre, con demasiado esfuerzo recordó a su tía, pero el muchacho seguía siendo un extraño para ella.
Claro que había vuelto, todos los días iba al hospital con un caracol diferente, se sentaba en la sala de espera por horas, soplaba en la concha, caparazón o costras y se lo entregaba a Zarya antes de marcharse al anochecer.

𝓞𝓫𝓵𝓲𝓿𝓼𝓬𝓮𝓻𝓮 ↬ f. odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora