Capítulo 9

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––––———–––––———–┊⁀➷Lungs Choking on Hope

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Lungs Choking on Hope

Incluso en aquellos momentos, acostada bajo un árbol mirando las falsas estrellas en el cielo, relativamente a salvo, Mareena todavía no podía creer cómo había salido con vida de la Cornucopia

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Incluso en aquellos momentos, acostada bajo un árbol mirando las falsas estrellas en el cielo, relativamente a salvo, Mareena todavía no podía creer cómo había salido con vida de la Cornucopia. Todo había pasado tan rápido, que solo hasta ese momento de paz temporal pudo recordar bien lo que había pasado.

Había estado buscando a Finnick desesperadamente, mientras nadaba y mientras corría, pero al llegar al centro de todo, en lo único en lo que se pudo concentrar fue en la lanza y cuchillos que instintivamente agarró, y el tributo del Distrito 8 que apareció frente a ella en cuestión de segundos. Era viejo, pero estaba en forma, y se veía dispuesto a matarla. Demasiado dispuesto.
Los dos se quedaron mirando el uno al otro por unos segundos, hasta que Mareena escuchó voces detrás, eran tres. Tributos que y probablemente se habían hecho aliados. Sabía perfectamente que si quedaba atrapada entre los aliados el hombre, no tendría posibilidad alguna.

Él también lo sabía. Fue primero en acercarse, con fuerza y decisión, pero Mareena fue rápida en esquivar, dio una vuelta, haciendo que el hombre se fuera derecho, y como si estuviera repitiendo un movimiento que ya conocía, quedó a espaldas del tributo y clavo la lanza con fuerza en su espalda. Un solo gemido de dolor ahogado en sangre fue lo que se escucho antes de la caída y el cañón.

Por un momento se quedó estática, incapaz de moverse o respirar. Lo que hizo, fue como si estuviera repitiendo un mismo escenario, un retorcido dejavú. Había matado a alguien, y ahora estaba a punto de morir. Porque los demás tributos venían camino a ella. Porque se estaba quedando sin aliento. Porque no sabía qué hacer. Porque no encontraba a Finnick.

Cuando su respiración comenzó a acelerarse y los pasos a escucharse más cerca, sintió que ahí se acababa todo, cuando de repente, alguien comenzó a jalarla tan fuerte del brazo que casi tropieza.

—Mareena, ¡muévete! —alguien le aceleró en un susurro.

Mecánicamente sus piernas comenzaron a moverse junto a quien sea que la estuviera arrastrando, pero sus ojos no se apartaban del cadaver. Cuando se dio la vuelta por fin, un cabello corto, negro y con reflejos rojos le dio la respuesta de quién la había salvado. Johanna las llevo hacia la jungla justo en el momento en que los profesionales llegaron al cadaver del hombre del 8 y de ahí no pararon de correr. Se les unió alguien más, el compañero de Johanna pudo reconocer, Wires y Beete.
Corrieron y corrieron hasta que estuvieron lo suficientemente adentro. Mareena estaba agotada, su pecho subía y bajaba rápidamente y se sentía pesado, cada aliento que tomaba era más difícil que el anterior.

𝓞𝓫𝓵𝓲𝓿𝓼𝓬𝓮𝓻𝓮 ↬ f. odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora