ix. sala de juegos.

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Capítulo 9

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Capítulo 9

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Seulgi intentaba alcanzar a Eunhyuk mientras él caminaba lo más rápido posible para evitar responder a su sugerencia. La pelinegra no era tonta, y sabía que Eunhyuk no estaba para nada contento con lo que ella le había dicho minutos atrás.

En un ágil movimiento, la pelinegra tomó la muñeca del muchacho e hizo que parara de un jalón.

—No corras, por favor —jadeó una vez que tuvo su atención. Su mano derecha permanecía en la muñeca del pelinegro y la izquierda se posaba en una de sus rodillas mientras intentaba tomar aire.

—No estaba corriendo —artículo él, mirándola con atención. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios, pero la borró en el instante que ella lo miró.

—Claro que lo hacías. Intentabas huir de mí.

Eunhyuk dejó escapar una carcajada y negó un par de veces con la cabeza.

—Claro que no lo hacía —repuso, ajustando sus anteojos —. Lo que pasa es que eres muy bajita para alcanzarme y un paso tuyo son tres míos.

Seulgi entrecerró los ojos y lo señaló de manera acusatoria con uno de sus dedos.

—¿Me estás diciendo enana? —espetó con indignación.

—Sí el saco te queda —comentó de manera burlona. En ese aspecto, la pelinegra pudo encontrar un poco de parecido con la hermana del chico.

—¡El verdadero problema es que tus piernas son tan altas como un poste!

—¿Eso es lo que piensas? —sonrió.

—¡Si! —exclamó Seulgi. Su rostro era la viva imagen de un tómate rojo —. ¡Eres del tamaño de una jirafa!

Dicho eso, el de anteojos dió tres pasos hacia adelante para acortar la distancia que había entre ambos y miró hacia abajo. Lo que Seulgi dijo era verdad, él le sobrepasaba al menos dos cabezas.

Por su parte, la aludida se ahogó con su propia saliva cuando Eunhyuk se agachó un poco para que su rostro quedará a una distancia inexistente del suyo.

—Y tú eres del tamaño de un duende—murmuró él, su voz sonó tan suave como lo es el terciopelo y eso causó que un escalofrío la recorriera.

—Ash, aléjate —atajó ella, alejándose a una distancia prudente —. Hueles a sudor.

—Tú hueles a polvo —contraatacó el de anteojos, orgulloso.

MONSTER | Sweet HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora