viii. infectados.

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Capítulo 8

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Capítulo 8

감염된

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El ambiente era tenso e incómodo, todos los residentes que se refugiaban e intentaban calmarse se encontraban temerosos y nerviosos, mientras que Seulgi solo se llenaba cada vez más de repulsión hacia aquél anciano irritante que lo único que hacía era quejarse y objetar.

El anciano estaba tan aferrado a que Hyunsoo saliera del edificio y, Seulgi estaba completamente segura de que la razón era por qué le temía al chico y lo único que quería era salvar su asqueroso trasero.

No era un secreto que ante los demás, Hyunsoo estaba infectado. El hecho de caer de unos cuantos pisos y golpear tu cabeza con fuerza contra el suelo y salir ileso de la muerte, no era un caso que se viera con frecuencia, si no todo lo contrario, era muy peculiar.

Eunhyuk se encargó de reunir a todos los inquilinos para hacer una votación y decidir con seguridad si el chico debía quedarse.

Si la mayoría dibujaba un círculo, sería expulsado, pero si la mayoría de votos eran una equis, debía quedarse.

Seulgi de verdad quiso golpear a ese irritante hombre cuando levantó la mano para opinar que Hyunsoo debía marcharse e incluso le dedicó miradas amenazantes a su esposa para que les hiciera saber a los demás que pensaba lo mismo.

—Voto en contra.

Eunyoo se hizo presente sin dejar pasar la oportunidad de dar su opinión. Sus manos estaban dentro de los bolsillos de la sudadera que traía puesta.

—No tienes edad —señaló el molesto anciano.

—¿Es una elección oficial? —cuestionó ella, mirando al anciano sin alguna expresión en su rostro —. La edad no importa.

Esa respuesta pareció enfurecerlo y mucho más por el hecho de que venía de los labios de una adolescente. Muchísimos años menor que él. 

—¿Cómo te atreves? —sentenció mostrando su enfado —. Si un adulto habla, te callas y dices que sí.

La paciencia de Seulgi desapareció y estuvo a punto de abalanzarse sobre ese maldito viejo, pero la mano de Yohan se lo impidió.

La pelinegra se giró para verlo con incredulidad y él sólo negó con la cabeza y le indicó que guardara silencio, para después señalar a Eunyoo con una ligera sonrisa.

La menor hizo unas señas con su mano, lo que la hizo reír junto con el azabache cuando observaron como levantaba su dedo medio para terminar con el pulgar.

—¿Me insultaste? —refutó el viejo —. ¿Cómo te atreves?. ¡Podría ser tu padre!

Eunyoo sonrió con descaro y burla.

MONSTER | Sweet HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora