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No importa cuánto esfuerzo pongas en lo que hagas, somos humanos. Humanos que ríen y lloran, seres imperfectos que habitamos este mundo. Somos los protagonistas de nuestras historias, creadas gracias a las decisiones que tomamos diariamente.

Quisiera que mis decisiones fuesen más acertadas para variar.

Normalmente tengo la sensación de que podría estar haciéndolo mejor, mis decisiones me persiguen a diario y se han vuelto una carga que me impide respirar.

Corro en medio de la multitud, como si nadara en una tormenta que me ahoga, pataleo intentando salvarme pero solo me hundo siento como mis pulmones se llenan de agua reemplazando el oxigeno en ellos.

Miro al frente donde las puertas de mi instituto simplemente me parecen estar cada vez mas alejadas.

No voy a llegar. Es mi primera clase del día y no voy a lograrlo. Ya voy tarde.

Cuando mi hermano menor insistió en que continuara estudiando, yo sabía a la perfección que sería complicado en todo sentido. Pero me duele más saber que lo estoy intentando y no es suficiente.

Subí por las escaleras de ese edificio, donde las aulas ya habían comenzado con sus clases habituales de ese día.

Cuando finalmente llegué a la clase el profesor me miraba con desaprobación pero a la vez no me impidió entrar. No sabía que ocurría, todos me miraban de soslayo juzgando y analizando. Detesto que la gente haga eso...

Acomode mi mascarilla. Al menos así ocultaba mi malestar.

Toda la clase fue perdida para mí, no entendí nada de lo que ocurría ni tampoco nadie fue amable en explicármelo. Todo lo que sabia es que hablábamos de sistemas computacionales.

Distraje mi mente observando por la ventana, el amanecer se apreciaba hermoso desde el tercer piso del instituto. El otoño es simplemente hermoso.

Cuando al fin salí del aula los árboles hermosos llenos de hojas marrones y naranjas me llamaban. Estaba realmente cansado de todo. Como siempre no había podido dormir. Tendría toda la tarde libre, no podía volver a mi hogar. Sin tener otro lugar a donde ir, me tumbé en el césped debajo de un hermoso árbol. Al menos aquí podría descansar un rato hasta que tuviera que ir a ese lugar.















-¡Oye tu!- Una voz me sacó de mi descanso como balde de agua fría. Rápidamente abrí mis ojos y miré al frente.

Un hombre que portaba el chaleco de vigilancia del instituto me miraba lleno de repudio y molestia.

-¿Qué pasa? - Me anime a preguntar. No sabía qué diablos quería un tipo como él conmigo. No es como si estuviese haciendo algo malo.

-No puedes estar ahí tumbado. Esto es una universidad, no un parque público. - Mire a mi alrededor. Habían pasado algunas horas desde que llegué a recostarme den la sombra del árbol. - Tengo que pedirte que te marches. -

-Oiga pero hay más alumnos descansando igual que yo. - Ahora yo estaba molesto, quien se creía ese idiota para negarme dormir, todos los alumnos venían aquí a tomar su descanso, ¿Cuál era el problema de que yo también lo hiciera?

LibraryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora