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—Aquí estás, ¿sonó tu alarma? Creí haberla apagado.

Las puntas del mar tocaban los deditos blancos y posiblemente fríos de Yoongi, lo pudo notar al sentarse a su lado, sus ojos estaban perdidos en el amanecer lo que fue de extrañar pues comúnmente le prestaba atención apenas se acercaba.

—¿Todo bien, cariño?

—Mi papá... Mi papá tuvo una recaída. Al parecer alguien en el edificio estaba distribuyendo mercancía y mi papá tuvo... Ni siquiera sé si podría llamarse sobredosis. —apretó la mandíbula y los ojos para evitar que sus ojos se humedecieran. No quería llorar, no quería arruinar su cita. —La enfermera me informó que le habían hecho ya una desintoxicación y que estaba bien, algo débil y deshidratado pero que se repondría por completo en unos días.

—Estará bien, eso es lo único que importa, si necesitas ir a verlo puedo llevarte. —algo preocupado tomó las manos heladas de Yoongi, besándolas en un intento de calentar estas. Veía como forzaba a sus pequeños ojos para no derramar lágrimas, entendía o al menos simpatizaba en cómo podía sentirse. —Regresemos al auto, te enfermaras si sigues aquí, Yoon.

—Le prometí que iría a verlo hoy. —sentir el calor de las manos de sus palmas abrazar sus manos frías solo le provocó más ganas de llorar. —Quiero ir con él, Jungkook... Mi papá casi se muere y no estuve con él. Yo ni siquiera le he ido a visitar. Soy un pésimo hijo.

—No lo eres, te desvives por él Yoongi. ¿Cuántos trabajos tuviste simplemente para pagar los estudios que necesitaba? ¿Cuántas salidas con amigos o conmigo tuviste que cancelar por estar con tu padre? Gracias a todo ese esfuerzo él está en un buen hospital que lo logró estabilizar y nada grave sucedió. —rodeó su torso con ambos brazos acunando el rostro compungido en lágrimas sobre su pecho, sin requerir mucho esfuerzo lo levantó y caminó hasta el coche. —Te llevaré, duerme en el camino ¿sí?

—Te amo mucho, ¿lo sabes? —dijo luego de recibir un tierno beso en la frente, con una media sonrisa y las mejillas húmedas cerró los ojos para terminar cayendo en un sueño agradable y cálido.

Jungkook le respondió suavemente, tenía los brazos descubiertos con tal de cubrir a Yoongi con su chaqueta. Prendió el aire acondicionado del coche yendo por las carreteras menos largas que condujeran al prestigioso hospital donde su suegro yacía, temía encontrarse con la madre de Jimin; una doctora de temperamento fuerte y pensamiento errado que moriría de un infarto si supiese que cambió a su hijo por Min Yoongi.

—Yoon ya estamos aquí. —lo movió ligeramente, había aparcado bastante cerca de la entrada por lo que no tendrían que caminar demaciado. —¿Gustas que te acompañe?

—Si no te importa me gustaría entrar solo.

—Comprendo. Anda, te espero aquí. —pegó sus labios por un corto tiempo, otorgando una sonrisa para tranquilizarlo.

—Gracias.

Le devolvió la sonrisa antes de bajar del auto y caminar dentro de la clínica. Tenía el estómago revuelto y se sentía un poco débil. Una vez llegó a recepción dio el nombre de su padre y junto a una enfermera camino hasta la habitación donde descansaba.

Nunca pensó que entrar ahí le haría sentir tan miserable. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando su padre le sonrió desde su cama, postrado y más pálido de como lo recordaba. Ni lento ni presuroso se acercó a su lado y tomó su fría mano para llevársela a los labios y besar el dorso de esta.

—Hola, papi. Perdoname por no haber venido antes.

—Oh, cariño. No tienes que disculparte, con todos tus tareas y la escuela entiendo que estés demasiado ocupado para venir tan lejos. —su voz se escuchaba baja y ronca. —Yooni apoyó su frente en el dorso de su mano y dejó caer las primeras lágrimas, en silencio. Dime, hijo. ¿Cómo han estado las cosas?

Viraha | Kookgi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora