Acónito

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El acónito, en el lenguaje de las flores, habla sobre misantropía y palabras envenenadas. 


Poco a poco enveneno

con afiladas y fieras palabras,

como acónito recorro y rompo

cada rincón de tu pútrida alma.


Impulsadas por mi ira,

dagas de mis labios escapan.

¿Cómo pasé de amar tu rostro

a desear verte en desgracia?


Salen y salen, directas a tu torre,

hacia tu torre de frialdad,

la torre que hizo y deshizo

cuanto pudo en mi tranquilidad.


Ahora, sin embargo,

soy yo quien está al pie,

la que pasó de azalea blanca,

a esta retorcida mujer.


Ahora, no obstante,

eres tú quien está al borde,

quien espera el fin y la paz

de esta guerra inmisericorde.


Ahora es cuando olvidas,

que en esta guerra tan cruel,

tú lanzaste la bala que yo, inocente,

creí sana y no esquivé.


Esa bala que invadió

cada rincón de mi amargo ser,

que rompió con la pureza

e hizo el acónito crecer.


Porque cuando implores

que cese y calle,

que mis labios selle

y que no te dañe.


Porque cuando supliques

que el bucle cierre,

que pase página,

que no recuerde.


Porque cuando lo hagas

seré yo quien diga

que en la bala que lanzaste

se encontraba esta semilla.


La semilla del veneno,

que en mil pétalos rompió

la inocencia de una niña

que a diablo vilmente tornó.


Porque no hay libro,

ni página que pasar,

porque de la historia que escribiste

solo cenizas dejé atrás.


Y te dejaré en tu torre,

implorando algo de paz,

con un ramo de acónito

que contigo terminará. 

Pétalos de cielo y cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora