El narciso, en el lenguaje de las flores, apunta directamente hacia la vanidad.
Llevo un vestido de narcisos,
que hace a su vez de armadura,
que me protege de toda ofensa,
sin dejar una mínima apertura.
Bailo con mi vestido de narcisos,
dando vueltas en el centro de la sala,
escondiendo que mis anchas piernas,
torpes, por su peso se cansan.
Duermo con mi vestido de narcisos,
para que guarde mis pesadillas,
para que sus pétalos sean sábanas
y conviertan mi tristeza en osadía.
Jamás me quito mi vestido de narcisos,
para jamás llorarle al espejo,
porque si no quisieron mi desnudez,
seré yo quien adore a mi reflejo.
Solo con el vestido de narcisos,
pues al deshacerme de su aroma,
será mi esencia la que ocupe
el lugar de la mujer vanidosa.
Mujer vanidosa, con su vestido,
vestido de narcisos, que torna
en armadura, armadura protectora,
de todo lo que le toca.
Porque nada me tocará
con mi vestido de narcisos,
porque quien no me quiso sin él,
me adorará con este abrigo.
Deshilacho los tallos de mi vestido,
con ellos creo una brocha,
transformo los pétalos en pintura
y mi rostro en un lienzo
para dar paso a mi gran obra.
La obra que soy yo.
Vestido de narciso,
pintura de narciso.
Adorando mi creación,
enamorada de un reflejo,
de ese reflejo irreal,
de quien nadie quiso y tuvo miedo.
Llevo un vestido de narcisos,
que hace a su vez de armadura,
que me protege de mi propia esencia,
que esconde la desnudez de mi locura.
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Pétalos de cielo y ceniza
PuisiEn este poemario, convierto las flores en verso. Basándome en ese lenguaje tan particular que se ha creado sobre ellas, muestro a la luz poemas, poemas que pueden ser historias o simples emociones. Este poemario es el verso del lenguaje de las flor...