Malentendido

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Hyoga tenía la mirada perdida en el horizonte, había algo que le molestaba, pero no estaba seguro de qué. Las palabras de Ami en la feria resonaban en su cabeza como una campana. ¿Por qué aquello le afectaba tanto? Apenas y lo conocía, bajo esa perspectiva, tal asunto apenas y calificaba como una traición, eso no significaba que estuviese menos molesto con el peliverde; aunque también estaba enojado consigo mismo. Al principio se negó a creerlo, pero la peliazul no tenía motivos para mentir de aquel modo... ¿o sí?

-¿Me ayudas a llevar esto, Hyoga?- la voz de Shiryu lo sacó de sus pensamientos. -¿Hyoga?

-¿Eh? Ah... claro.- respondió, ausente, mientras tomaba la charola con bebidas que Shiryu le ofrecía.

-¿Todo bien?- preguntó el azabache.

Claro que no, pero no había nada que hacer al respecto.

-Por supuesto...- mintió de la manera más convincente que pudo.




-¿Ahora que hacemos?- preguntó Erii, desesperada, rogando por que su amiga tuviera una solución.

-Debe ser un malentendido...- suspiró Freya, dejando la propina sobre la mesa.

-¿En serio lo crees?- Erii parecía no tenerle tanta fe al salvavidas después de todo.

-No tengo la menor idea de qué pasó o por qué. Pero de lo que sí estoy segura es que Hyoga jamás haría algo así.

-¡Despierta, Freya!- le gritó Erii. -¡Ya lo hizo! ¡Se echó todo a perder!

-Entonces debió tener sus razones...- declaró Freya, intentando conservar la calma. -Y eso es lo que tenemos que averiguar.

Erii la miró, sus ojos reflejaban la falta de esperanza en su corazón.

-Ve a casa de Shiryu, y pregúntale a Hyoga que diablos pasó.- le ordenó Freya. Erii asintió. -Yo iré a buscar a Shun para hablar con él. Te prometo que todo es una gran confusión.

-Ojalá tengas razón...




Shun caminó a toda prisa sin detenerse. Estaba furioso; hasta el momento, su padre parecía tener razón. Hyoga se había portado de las mil maravillas con él, pero al final optó por cambiarlo por otra persona, sin remordimiento alguno aparente. En su interior, el tritón también estaba enojado con Freya y Erii; ellas le habían prometido que conocían a Hyoga tan bien como las palmas de sus propias manos, pero después de aquella escena en la cafetería, se había percatado de que eso no era garantía de nada; y a juzgar por las caras de las rubias, ellas estaban tan confundidas y enojadas como él.

Tal vez el amor no era tan fácil después de todo.

Se encontraba en la playa, en la orilla del mar, sabía que si se acercaba demasiado, su padre sentiría su presencia y lo jalaría de regreso; sin mencionar que se transformaría en un tritón en medio de toda la gente.

El aroma del agua salada lo llamaba, era tentador volver a casa, ya no tenía razones por las cuales quedarse. El trato con su padre expiraría pronto, y si las cosas continuaban marchando como ahora, no lograría probarle que el amor existía. Regresar a casa ahora o después... no importaba ya, igual había perdido. Mejor apresurar lo inevitable... tal vez Lady June no era tan mala compañía después de todo.

-¡Shun!- una voz lo detuvo. Volteó para ver quien lo llamaba. -¡Shun! ¡Qué haces! ¡No!- la voz se acercaba, era Freya.

-¡Por favor, Shun! ¡No te rindas todavía!- la chica se posó a su lado y lo tomó del brazo, para que evitara cometer alguna estupidez.

Pez Fuera del AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora