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Emma

—¡Ya voy! —me dirijo a la puerta mientras me pongo mi bata; esta vez no me arriesgaré a que me vean desnuda.

La puerta de mi casa es golpeada por segunda vez.

—¡¡Un momento!!

Abro la puerta y veo a Nina recargada en el marco. Ella pasa directamente a la sala. Se queda mirando con cautela, revisando con la mirada cada rincón de mi apartamento.

—¿Qué buscas?

—Estoy buscando algún rastro que me indique si has hecho cosas sucias...—deja la frase a medias.

La verdad, no se me hace raro viniendo de parte de Nina.

—Ah.

—... Pero no encuentro nada, así que ya puedo estar tranquila—acaba de hablar, sin más.

—Mi vida sexual no ha estado activa desde meses, por lo tanto, no tienes que preocuparte de nada.

—Ok, espero que me pongas al tanto si pasa algo —me mira con una sonrisita picarona.

—¿Qué haces con eso? —pregunto, refiriéndome al sombrero que trae en la mano.

—Es de Alex, lo había dejado en casa de Austin el día de la fiesta.

Ah, el sombrero de Alex. No recordaba que lo hubiera perdido.

—¿Estás segura que no has hecho nada? Digo, Alex estaba disfrazado de vaquero, la otra vez. ¿No han cabalgado? Ya sabes...—no tiene que acabar la frase, ya sé cómo va a terminar esto.

—¡¡¡Nina!!! —abro mucho los ojos—. ¡No! No hemos hecho nada de eso. Ni siquiera lo he pensado.

—Se están tardando demasiado.

—¡No! Todo va perfectamente, gracias —la verdad, si me incómoda un poco su comentario—. Cambiemos el tema, por favor.

—Está bien —alza las manos en señal de paz.

—¿Cómo va todo con tu novio? —pregunto.

—Todo va de maravilla. Siento que esta vez sí es el indicado. Austin es el mejor.

Una sensación de felicidad invade mi pecho; me alegra ver a Nina así de contenta.

—Me alegro, amiga. Mereces ser feliz —la apretujo en un abrazo y ella comienza a llorar, así que la abrazo con más fuerza.

Ella se queda solo unas pocas horas en mi apartamento, ya que en la noche vendrá Alexander.

...

—Mira tu sombrero, vaquero —le extiendo el dichoso sombrero a Alex.

Él lo agarra y me coge de la mano, sentándome en su regazo, para proceder a ponérmelo.

—Te queda mejor a ti —me da un corto beso.

—Lo sé —bromeo.

—Que ego te cargas, mujer.

—Tú me lo enseñaste; tu ego es enorme.

—A veces no es cierto... —desvía ligeramente la mirada, como si algo lo inquietara.

—¿A qué te refieres?

—A que... a veces es solo una máscara, ¿sabes? No siempre poseo el ego ni la autoestima que todos piensan que tengo —baja ligeramente su tono de voz, ante su confesión.

No lo puedo creer.

—Pero... eres tú, el mismísimo Alex Turner. Mírate, eres perfecto —ríe irónicamente.

ACOSADOR [Alex Turner]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora