Todo comienza por la época de 1817, todo regido por la religión, por la poca justicia, el machismo y la homofobia, al igual que por las ideas tan arraigadas y tan cerradas. Moon Bin tras dejar a su prometida plantada en el altar decide huir a la igl...
«"Llevo varios meses sirviendo a Dios, por suerte, esos pensamientos sobrenaturales se han ido, creo que me he curado, me siento tan aliviado, aunque tengo miedo que esos pensamientos vuelvan..."»
Sanha escribía entretenido en una libreta mientras que la nula luz de una vela apenas le podía hacerle distinguir su escritura, pero durante la noche era su único escape de poder escribir aquel diario que celaba tanto como a su vida.
En ese diario se hallaba su primer encuentro amoroso con un hombre, eso lo mantenía sumamente aterrorizado, pues para el no era algo natural, pues desde niño se le tenía la ideología que un hombre debe estar forzosamente con una mujer, así que para evitar aquel momento y estar comprometido con una mujer a la que nunca podra amar, decidió unirse a la congregación de sacerdotes de Italia, así, alejándose de su familia.
Y para su mentalidad, Sanha se había curado de tal atrocidad como era la homosexualidad; pero quizás esa "cura" no sea a largo plazo.
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-Señor Yoon, tiene que levantarse. -dijo una de las monjas abriendo la puerta dejando entrar por completo la luz, Sanha se quejó enderezando su espalda, pues se había quedado dormido entre tanta escritura e ilustraciones- Déjeme ayudarle.
Dijo aquella muchacha mientras que trataba de ordenar su escritorio, pero el diario de Sanha estaba abierto, por lo que este se negó de inmediato cerrando y apartando aquella libreta de forma brusca.
-¡No hace falta!, Deje la comida en la cama, yo recojo lo del escritorio.
Mencionó rápido y sin titubear mientras que cubría aquellas ilustraciones, que estaban esparcidas por toda la mesa, la señorita Mina miró extrañada las acciones de Sanha; sin embargo, este al ver la extrañeza en su mirada, suspiró bajo yendo hacia ella tomándole de los hombros, y le sonrió.
-No se preocupe señorita Myoui, gracias por traerme el desayuno, ¿Si?, Yo me encargo de lo que he tirado, no dejaré que usted lo levante, no sería justo, además, supongo que hoy tiene muchas cosas por hacer en la iglesia y con las huérfanas, y muchachitas de sociedad del convento, ¿No es así?
-En efecto... -murmuró la señorita- Además de que me ha mandado el sacerdote Kim, que hoy llega el señor Moon, y bueno, dijo que quería la presencia de todos los sacerdotes y futuros sacerdotes en la oficina parroquial.
-Si está bien... No creí que fuera a llegar tan pronto... -murmuró Sanha con cierto desconcierto en su tono de voz para después mirar a la muchacha con una sonrisa fozada- Puede retirarse, muchas gracias por notificarme, estaré en la oficina lo más rápido posible.
Mina asintió con la cabeza yendo finalmente a la puerta. En cuanto Sanha vió como se salió de la habitación, cerró la puerta con rapidez tratando de alzar todas esas ilustraciones que hacía en aquellas noches largas de insomnio, las apiló en una fila y tras trasladar su desayuno al escritorio, guardó todas esas pinturas debajo del mismo colchón, sabiendo que nadie podría encontrarlas, y por debajo de su almohada resguardo su diario.
