Capítulo 7

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Tanto como Moon Bin y Sanha habían vuelto a tomar el curso a Castelmezzano, pues entre las pertenencias del viejo cochero se encontraron un mapa que trazaba el camino y algunas paradas que hacían ver el porqué duraba los tres días el viaje, al igual que tomaron dinero entre la ropa que se hallaba escondido, se deshicieron de la ropa y de aquellas pertenencias enterrando todo cercas del lago.

El pelirrojo guardó el mapa, ya que sabía leer las coordenadas, y Sanha estaba tan agotado por lo que no duró mucho tiempo en quedarse dormido una vez que el viaje había empezado nuevamente, por lo que terminó en recargar su cabeza en el hombro de Moon Bin.

Este sonrió con brevedad al sentir como Sanha había hecho tal cosa, por lo que dejó que continuara con su profundo sueño; el camino fue completamente silencioso, Moon solo pensaba en las emociones que el menor le causaba, aunque no comprendía bien si era alguna clase de enamoramiento, o que simplemente su deseo carnal seguía despierto por el.

Al caer la noche, se encontraron con una posada, pues habían llegado a un pueblo bastante pequeño.

-Sanha, despierta, hemos llegado a una posada, hay que bajar las cosas.

-¿Hemos llegado a Castelmezzano? -preguntó somnoliento tallando sus ojos por lo que Bin negó con la cabeza mirando a los alrededores para así dejar un breve beso en los labios del menor-

-Para nada, creo que llegaremos mañana en la noche, ahora, tenemos que bajar nuestras cosas. -comentó de forma serena bajando primero de la carreta para después extender su mano al menor ayudándole a bajar-

-Dios me castigará por ser tan perezoso... -murmuró el pelinegro tomando la mano adversa llegando a tropezar en el momento en que bajó-

Moon Bin le tomó de la caderas con firmeza para evitar que se golpeara y al quedar tan juntos, el pelirrojo llevó una de sus manos a los muslos del menor causando que quedase recargado en uno de los escalones de la carreta, y con una gran impulsividad unió sus labios con los contrarios creando varios chasquidos sonoros.

-Señor Moon... Nos verán aquí... Por favor, pare... -susurró entre ligeros jadeos colocando sus manos en los hombros del mencionado-

Sin embargo Bin se hallaba más centrado en esparcir besos húmedos y mordidas en sus labios hasta su cuello, hasta que unas pisadas fue lo que alertó de nuevo a Sanha, y golpeó repetidas veces los hombros del mayor hasta soltarlo.

-Viene alguien, tomemos distancia.

—Oh, no me fallaba mi oído, bienvenidos sean a nuestra Posada, mi nombre es Park Soo Young, pero todos aquí me llaman Joy. —comentó la joven con una gran sonrisa y de forma muy amable— ¿Y ustedes son?

—Soy Yoon Sanha, y muchas gracias señorita, la verdad apenas venimos llegando y bueno, solo pasaríamos una noche aquí. —comentó devolviendo la sonrisa—

Pero la atención de aquella joven de labios rojizos pasó de inmediato a Moon Bin, quien solo le dedicó una media sonrisa forzada.

—MoonBin, un gusto... Exacto, solo pasaríamos esta noche, ¿cuánto nos cobraría? —preguntó tomando un pequeño saco donde se encontraba el dinero que habían sacado de los bolsillos del cochero—

—Oh, bueno, serían tan solo cinco monedas de cobre, y por la cena no se preocupen, eso corre por mi cuenta.

—Muchas gracias señorita, dios le compensará su buena acción. —comentó Sanha sonriendo grandemente, sin embargo aquella joven solo asintió con la cabeza borrando suavemente su sonrisa—

Ante tal acto, Sanha frunció su ceño tomando unas cuantas cosas de la carreta para después adentrarse en aquella posada. El lugar era algo acogedor, pues no había gente como ambos jóvenes se lo imaginaban, Moon suspiró aliviado al tener la idea de que no sería molestado al momento de estar a solas con Sanha; mientras que este mismo solo se la pasaba divagando entre sus pensamientos, y observando cada detalle del lugar.

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