Capitulo 7

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La obscuridad lo rodeaba, solamente aquel vacío que muchas veces lo aprisionaba y torturaba, esta vez era totalmente diferente, sentando descansaba en aquella inmensidad, en sus manos aguardaba aquel anillo que su madre le había dado, una boba sonrisa recorría sus labios al pensar en la futura portadora.

Incluso cuando oía las voces de ellos a la lejanía, el no dejaba de pensar en ella, solo la quería a ella para ser feliz, jugueteo con la joya de oro en sus manos, levantando su mirada de ella, la observó a la lejanía, saludándolo con alegría, como si fuera la primera vez, ella siempre le sonreía del mismo modo.

Poco a poco comenzó a escuchar como sus pasos se acercaban, podían ser sigilosos pero la hierba romperse bajo sus pies la delataba, aunque su intención no fuera asustarlo, simplemente era natural en ella al ser una Nereida, sin mucho cuidad ni feminismo, se sentó a lado de el con su pesada armadura de plata, se veía cansada y sudada, había entrenado por horas dentro de aquella armadura.

El silencio duro unos segundos, pero pudo ver como ella miraba la sortija, minutos en los que su rostro tomo una mueca de desagrado, quizás la primera vez que la vio le desagrado el matrimonio o le molestaba imaginarlo con otra mujer que no fuera ella.

—Una…sortija de matrimonio…-Su voz tartamudeo para luego mirar al frente sonriente, aunque esa sonrisa era falsa en muchos sentidos.

El pecho de ella dolía como si lo atravesaran con mil cuchillas sin piedad, pero aun así sonrió alegremente al imaginar a el demonio casado, ella seria feliz si el lo era.

—¿Te vas a casar?¿Quién es la afortunada? ¿Es Elizabeth verdad? Tu y ella hacen bonita pareja.- la sola idea de imaginar a la diosa con el de esa manera le provocaba malestar.

—No digas tonterías, es la sortija que me regalo mi madre.- La expresión intranquila de la muchacha paso a una de sorpresa y alegría.

—Entonces es un objeto de valor sentimental.-No tardo como siempre en atar cabos al tratarse del demonio.—No debes cargar con el remordimiento, ella te amaba incluso al pequeño Zeldris, aunque tuvo poco tiempo junto a el.

El silencio reino en el lugar, no se molestaba, solo recordaba las palabras de su madre antes de aquel fatídico acontecimiento.

—No lo hago, solo pienso en quien será su futura portadora.-La mirada del rubio viajo a ella que lo veía en silencio atenta a la persona que tendría el privilegio de estar con el.

El rubio se levanto en silencio tomando la sortija en sus manos, le pidió y ayudó a que se levantara y así lo hizo, dando por iniciado la secuencia del rubio arrodillándose frente a ella mostrándole el bello anillo de oro, los ojos de la contraría se abrieron a mas no poner era una propuesta de matrimonio, tan simple pero linda.

—_____, cásate conmigo.- Fue lo único que dijo el demonio provocando un shock en la contraria.

—Meliodas…-La mirada del rubio era impaciente, incluso cuando tenia su marca activa.

—Se mi esposa, no existe otra mujer perfecta como tu para estar a mi lado.-Las mejillas de la contraría comenzaron a tornarse rojas de solo imaginarlo.

—Yo…yo- Ella no sabia que decir, realmente estaba entre la espada y la pared.

La desesperación al demonio le gano, tomando aquello como un rotundo no, se levanto de su posición dispuesto a retirarse, cargando con el poco orgullo que le quedaba; por otro lado su amada había logrado salir del shock y tomado su mano con firmeza, no dejaría pasar aquélla oportunidad siendo la única en existencia.

—¡Si, si quiero ser tu esposa Meliodas!- El rubio volteo a mirarla, observando la mirada firme de la joven, una sonrisa ladina escapo de sus labios al verla fuerte y decidida como siempre.

Orgullo - [Meliodas x Lectora] #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora