Prologo: La primera mirada.

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22 de septiembre de 2021.
Primer año de bachillerato.

Pese a que el verano estaba llegando a su fin y el frío empezaba a aparecer en las madrugadas, el calor de la media mañana no quería irse. Razón por la que Miriam se habia quitado el abrigo que llevaba con una mueca.

—Los del clima mintieron.

—los del clima siempre te mienten — Isabela sonrió —es por eso que nunca te vistes de acuerdo al clima.

No era de extrañar que nunca se llevara la ropa indicada, si confiaba en su aplicación del clima terminaba sufriendo de calor todo el día, y si hacia caso a su nefasto instinto, entonces moría de frío. Mientras caminaba por los pasillos de su nuevo instinto se sentía como una estúpida, siendo que todos van en pantalones cortos y camisetas frescas, y ella lleva un pantalón largo y una blusa de cuello tortuga.

Se sentia fuera de lugar en medio de esas paredes. Le causaba inseguridad (y mucha frustración) el que todos a su alrededor estuvieran habituados a la rutina del colegio, familiarizados con el edificio y que sus profesores favoritos les saludaran en los pasillos. Está segura que si Isabela no estuviera con ella, se sentiria sola en aquel colegio.

—Creo que esta es nuestra clase, no estoy muy segura, todos los pasillos se parecen y no hay indicativos en las puertas —Murmuró isabela fastidiada.

Llevaban casi todo el receso intentando ubicarse en el edificio, sin éxito alguno. Su clase iniciaba en diez minutos, y el ceño fruncido de Isabela le indica que probablemente no llegarán a tiempo al segundo periodo.

Abrieron la puerta despacio, asomando primero la cabeza antes de entrar por completo. Dentro había unas cuantas personas esperando. Sentado sobre las mesas con aire despreocupado, un chico les miro con curiosidad. No reconocía a nadie de los allí sentados. Se habian equivocado de clase. Miriam suspiró y apretó el puente de su nariz con frustración.

Isabela respiró profundo antes de sonreir con amabilidad.

—Hola, soy nueva ¿Saben si...? —empezó la castaña, modulando su tono de hablar fuerte y ruidoso por una voz pequeña y aterciopelada, la cual empleaba únicamente cuando no estaba en confianza con las personas.

Miriam se apoyó en el marco de la puerta con una sonrisa forzada, observando a los pocos alumnos que se encontraban allí. Un chico le mantuvo la mirada, con las facciones relajadas, el fantasma de una sonrisa en la comisura de los labios y un brillo extraño en los ojos. Ella hizo una mueca, apartando la mirada incomoda. En cuento isabela termino de hablar, salieron de allí a paso rápido, escuchando el sonido de la campana a su espalda.

—clase equivocada —Miriam rodó los ojos «No me digas» le quiso decir —debemos ir al tercer piso —Murmuró Isabela, con la mirada perdida en el suelo.

Miriam asintió, intentando seguir el paso de Isabela. Su amiga, aunque era de baja estatura, tendía a caminar a grandes zancadas que provocaban que el metro setenta y cinco de Miriam fuera un chiste.

—¿No crees... ? —Isabela negó con la cabeza, guardando silencio.

—¿No creo?

Isabela tronó los dedos de su mano izquierda contra su cadera con aire nervioso.

—¿No crees que el chico de esa clase era guapo?

—Se específica, había muchos chicos y ninguno era guapo, nadie puede tener un gusto tan exquisito como el mio —Se burló, Isabela le dio un ligero empujón como venganza.

—El moreno de ojos verdes... Era mono.

Miriam no sabia de quien estaba hablando, pero aun así le dio la razón. Ese día, pese a sus increíbles esfuerzos, llegaron tarde a su primera clase de historia.

Una Mirada Bajo La LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora