Capítulo 4

27 8 0
                                    

De veras que no sé cómo hacía Chris para aguantar a esas personas tan horribles. Son unos estúpidos. Lo único que salen de sus bocas son insultos, estupideces y cosas horribles sobre la gente.

- Oye Chris, que Matt se va a quedar triste si sigues mirando al profe así de empanada.

Las risitas de la maldita Jessica me devolvieron a la realidad. ¿Tan difícil era dejarme en paz por una puñetera clase? 

Parece ser que sí, a la próxima le das una patada.

Me viene bien.

- Muy graciosa, Jess, pero a Matt seguro que no le importa que mire a un profesor de matemáticas.

- Le puedes chantajear para que te suba la nota -risitas, otra vez-. También puedes cambiar tus calificaciones y ser una rebelde.-dijo haciendo comillas.

Después de unos segundos, Jess hizo un ademán de decirme algo, pero el timbre terminó sonando, cortándole así lo que iba a decir.

Al salir de clase, nos dirigíamos a nuestras taquillas para recoger las cosas de Mates y coger las de Historia, cuando de repente, una chica morena con dos trenzas, más bajita que yo, con acné y un aparato en la boca se chocó contra Jess y se le cayeron todos los cuadernos que llevaba encima junto con sus gafas.

Oh, oh...

- ¡Ah! -gritó Jess de una forma exagerada y más aguda de lo normal.

- ¡Oh! Lo siento de verdad. En serio, no pretendía hacerte daño, perdona -la chica se disculpó como lo que creo que es una eternidad- no volverá a pasar de verdad.

Parecía que hablaba con un rey.

Una vez recogió todas sus cosas, la chica hizo un ademán de levantarse, pero entonces Jess le pisó la mano con poca fuerza, pero la suficiente como para no dejarle ir con su zapato rojo de plataforma.

- ¿A dónde te crees que vas? -le espetó Jess de una forma muy desagradable.

- Yo... -la chica empezó a decir, pero Jess le agarró la muñeca impidiendo así que se fuera.

- Mira bonita, como no tengas más cuidado, te las verás conmigo y con mi padre, ¿sabes quién es? Ya te lo digo yo. Es abogado. Puedo denunciarte en cualquier momento, así que ten sumo cuidado conmigo o acabarás pudriéndote en la cárcel con tus nuevas amigas, las ratas, que es lo que eres.

La chica no se movía y puso una cara sorprendida. Me enfadé mucho con Jess. Sabía que era tonta, pero no que podía llegar tan lejos.

Al ver que no se movía, Jess le soltó la muñeca de malas maneras. 

- Aparta niña, tengo cosas más importantes que hacer que ver tu cara granosa y grasienta.

Fue entonces cuando me enfadé de verdad, cogí a Jess del brazo y me disculpé con la chica con la mirada, que supongo que me perdonó con una pequeña sonrisa que me dedicó. Anduvimos por todo el pasillo hasta llegar al baño. 

- Jess, basta ya.

-¿Qué pasa? 

- Estoy harta, llevas todo el puñetero día burlándote, insultando y molestando a toda maldita alma que pasa por tu lado.

Sus ojos verdes claros mostraban pequeñas motas azules. Pero esos colores eran horribles. Bueno, no es que fueran horribles, al contrario, eran preciosos. Pero no pega algo tan extraordinario con esa personalidad de mierda que tiene.  Su cara expresaba indignación, enfado, ira, rabia... O cualquier derivado que transmita eso mismo.

- No importa, ya da igual -dice mientras se da la vuelta para mirarse en el espejo de en frente-. Ah, y una cosa Chris, te agradecería que me protegieras en las peleas -hace una pausa incómoda para suspirar-. Por cierto, ¿vendrás a la fiesta esta tarde?

Esa era yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora