Capítulo 5

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Me levanté pronto, como siempre, y me vestí para ir a clase. Hoy a primera hora me tocaba literatura y lo odiaba. Las clases me las daba una profesora que se llamaba Katherine, aunque ella nos hacía llamarla Mrs. Kathy, qué estúpido era todo, la verdad.

Después de vestirme bajé a la cocina y me senté en la mesa que hay junto a la isla de la cocina y me puse a revisar mi móvil. Estaba muy entretenida hablando con una de mis amigas de la Universidad cuando alguien tocó la puerta. ¿Quién en su sano juicio vendría a mi casa a las siete y media de la mañana? Al abrir la puerta no me sorprendí en absoluto. Lo que vi fue una cara seria, un pelo oscuro y despeinado y un chico con muy buen gusto para vestir. 

-Hola, ¿está Chris? -preguntó Matt alzando la cabeza y mirando dentro de casa para ver si la veía. 

Me empezaron a sudar las manos y me puse nerviosa al ver que preguntaba por ella y lógicamente ella no iba a aparecer. Rápido excusa...

-No, no está -respondí con cierta inquietud-. Ha salido... a comprar.

-No sé por qué no me sorprende -añadió mientras entraba-. ¿Te llevo a clase? Ya que estoy aquí...

-Vale, lo que quieras -él asintió-. Subo a por mis cosas.

Subí a por mi mochila y mi chaqueta. Cuando bajé él abrió la puerta y salimos. Nos dirigimos calle abajo y nos quedamos enfrente de una moto. No lo recordaba, pero en cuanto la vi me acordé...

 Cuando teníamos trece años y me acababa de mudar, Matt era nuestro vecino y me hice rápidamente amigo de él. No íbamos al mismo colegio, pero siempre comíamos juntos al volver de clase. Éramos él y yo, todo era perfecto hasta que a la edad de dieciséis años mi hermana metió las narices en medio y en vez de ser él y yo, eran él y ella. 

Matt siempre me decía que cuando pudiese conducir se compraría una moto y me llevaría en ella. Cuando él y mi hermana empezaron a salir, la situación se hizo bastante incómoda, realmente puedo decir que sentí celos y rechazo, desde ahí nada fue igual, le guardé rencor a él y a mi hermana. Pero realmente él era lo único que tenía cuando llegué y se tuvo que ir, todo lo que quería se iba y no sabía como pararlo. Mi madre se fue y tuve que aprender a que nunca iba a volver, mi padre se dedicó más al trabajo y a su nueva mujer que a nosotras, mi hermana siempre me ha odiado e Isa, lógicamente, no estaba pendiente de mí todo el tiempo, también tiene vida. 

Me quedé sola y a partir de ahí aprendí que tú misma eres la única que no te vas a abandonar, aprendí a que si no me quería yo misma y si no sonreía por mí, nadie lo haría. 

Al recordar todo eso, únicamente en mi cabeza los ojos se me llenaron de lágrimas y noté una de ellas rodar por mi mejilla. Me di la vuelta y me fui calle abajo.

-Mejor voy en metro -dije mientras caminaba calle abajo.

Sentí que Matt se acercaba a mí y bajaba la calle detrás de mí hasta que me alcanzó y me agarró del codo.

-¿Estás bien? -preguntó preocupado-. ¿No prefieres ir en mi moto?

Sonó preocupado. Al darme la vuelta pareció descolocado.

-No sé ir en moto -no mantuve contacto visual con él en ningún momento.

-No tienes que saber -pasó su mano de mi codo a la muñeca y me llevó hasta la moto. Su contacto me dio un escalofrío- Sube, anda-se quedó callado durante unos instantes que se me hicieron eternos- Te lo prometí cuando éramos pequeños.

Ese último comentario hizo que se me derritiera un poco el corazón. De repente empezó a llover y diversas gotas me empezaron a rodar por la cara. 

Hice caso y me subí sin decir nada. Me senté y luego se sentó él, lo rodeé con los brazos y nos fuimos hacia la universidad. En ese momento no era consciente de que Matt me estaba llevando a la universidad en moto y yo estaba abrazada a él, pero era lo que estaba ocurriendo. Al llegar paró en frente de la puerta y yo bajé. Me dio un poco de pena porque estaba realmente a gusto ahí sentada, con él.

Esa era yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora