Crisalidas Brillantes

1. Surgir

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Bueno, volvamos otra vez al principio de la historia, en el momento en que la abuela Alma termina de hablar con Mirabel, antes de su ceremonia para otorgarle su don, despues de que mirabel se pusiera sus alpargatas.

—Y cual será mi don abuela?— le preguntó la pequeña niña.
—Tu eres asombrosa Mirabel Madrigal, el don que te está esperando, va a ser tan especial como tú— ella sonrió ante este comentario, soltó un momento a su abuela para ir a buscar las cintas de las alpargatas, así estás se sostendrían y no perdería alguna al caminar, cuando ya estuvo lista volvió con su abuela.
—Lista mi vida?— la niña solo asintió, ellas fueron hacia las escaleras detrás de una cortina de flores, Alma soltó a la niña y acomodó su vestido por última vez.

—De acuerdo Mirabel, yo saldré, diré algunas palabras y después se abrirán estas cortinas para que tú puedas pasar de acuerdo?— dijo Alma sonriéndole con cariño.
—Si abuela— ella lo entendía todo a la perfección, era una rutina que había visto anteriormente realizada por su primo Camilo hace algunos meses atrás.
—No te preocupes mi niña, tus papás y yo te estaremos esperando en tu puerta— Mirabel asintió con la cabeza y Alma le dio un beso en la frente como despedida y después salió hacia el patio.

Mirabel hizo todo lo que dijo la abuela, escuchó el discurso que empezó a dar a la gente del pueblo que estaba reunida, -—Hace 40 años en el momento mas oscuro, esta vela nos bendijo con un milagro, y el mas grande honor de nuestra familia a sido usar nuestros dones para servir a esta preciosa comunidad, esta noche nos hemos reunido de nuevo para que uno mas de nosostros reciba esta luz y nos llene de orgullo—, esperó pacientemente hasta que la cortina de flores se abrió, la pequeña estaba ansiosa por saber que don le tocaría tener, le sudaban las manos por tanto pensar en eso pero, camino segura por todo el pasillo hasta las escaleras, logró ver a sus tíos, a sus dos primos y a sus hermanas, se miraban contentos por ella, subió las escaleras hasta llegar a su puerta, ahí estaban sus padres, y entonces su abuela se acercó a ella con la vela.
—Vas a usar tu don para honrar nuestro milagro, vas a servir a la comunidad y fortalecer nuestro hogar?— la pequeña asintió y su abuela la vio con ternura, para después enderezarse y darle paso a la puerta que le esperaba, ella se limpió el sudor de las manos en su vestido para proseguir caminando hacia la puerta, se detuvo un momento para admirarla, y después su mano se dirigió a pomo de la puerta para tocarlo.

Cuando lo hizo, una intensa luz iluminó toda la puerta, Alma estaba sorprendida, era más brillante que de alguno de sus hijos o que de sus otros nietos, brilló tanto que pudo iluminar casi toda la casa, cuando la luz se apaciguó un poco, de la puerta salieron algunas mariposas doradas que brillaban con luz propia, estas volaron hacia Mirabel revoloteando a su alrededor algunas veces, ella solo se podía reír de lo que estaba viendo, todos estaban maravillados, de repente la puerta brilló una vez más para revelar el grabado de la que sería dueña de esa habitación, y de él brillo que esparció salieron nuevamente muchas más mariposas doradas, volando y dando vueltas por toda la casa, regresando a la que sería su dueña, algunas al llegar con Mirabel se desvanecieron en el aire y otras más se posaron en lo que sería su cabello y otras en su vestido, eran hermosas, en la puerta estaba la imagen de una Mirabel más grande, sosteniendo en sus manos una gran mariposa con las alas extendidas, y al rededor de ella había otras más, y en la parte superior estaba escrito su nombre.

—Tenemos un don nuevo!— proclamó Alma felizmente ante todos en el lugar, volteó hacia Mirabel dándole una pequeña señal para que abriera su puerta, y la niña así lo hizo.

Cuando la abrió, adentro se encontró un gran cuarto con paredes de una combinación de colores brillantes con grabados dorados, los muebles eran también dorados, había un gran ropero, un estante para libros, a lo lejos se alcanzaba a ver una mesa de trabajo con lo que parecía una máquina de cocer, un piso pulido de color blanco, de el techo a los alrededores caían unas cortinas blancas de tela gruesa, no caían hasta el piso pero si ocupaban la mayor parte de la longitud de las paredes, y en el piso en todo al rededor de la habitación se encontraban algunos pequeños árboles como arbustos, no eran flores como los que su hermana Isabela hacía pero para algo tenían que servir, y para terminar en el fondo de la habitación al subir algunos escalones había una gran cama para ella sola, la cabecera tenía la forma de las alas extendidas de una mariposa de un color dorado, sábanas de varios colores, las cortinas que tenía a su al rededor de un color crema traslucí para darle al usuario algo de privacidad,

Todo lo que veían era una explosión de colores para sus ojos, pero era hermoso, era un reflejo de la misma dueña de la habitación, aunque era un poco oscura no?, no había lámparas, solo un candelabro en el techo pero nada más, esto la niña lo notó, escuchó los comentarios de las personas que estaban entrando detrás de ella, y entonces recordó el grabado de su puerta, ella como por instinto juntó sus manos como si sostuviera algo, y de repente empezaron a formarse muchas mariposas, estas empezaron a volar por toda la habitación y a posarse sobre las cosas, claro, no había lámparas por que esta habitación no las necesitaba, y ahora todas las cosas que tenían el color dorado reflejaban la luz de las mariposas de Mirabel.

—Sabía que tendrías un don maravilloso mi vida— le dijo Alma acercándose a ella y abrazándola, —Ahora todos vengan para la foto,— toda su familia se acercó para posar, —Todos juntos— dijo una vez más la abuela, —La Familia Madrigal!— proclamaron todos, parecía perfecto.

Y así todo el pueblo empezó la celebración del nuevo don otorgado a otro miembro de la familia.

Oh, si solo supieran que en un futuro todo eso se destruiría, pero bueno, nadie le pidió una visión a Bruno esa noche.

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Continuará...