4. Mirabel

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Volvamos al pasado una vez más, después de la fiesta de la entrega del don de Mirabel, todo el pueblo se despidió y regresaron a sus hogares, también la familia se dirigió a sus habitaciones y al final quedaron la abuela, Julieta y Agustín en la habitación hablando.

—Bueno mi vida, mañana será un nuevo día, y nos tomaremos un poco de tiempo en como podría servir tu don para la comunidad, de acuerdo?,— decía Alma a la niña mientras acariciaba la mejilla, —Bueno me retiró, que tengan buena noche,— y así se retiró de la habitación dejando a Mirabel con sus padres.

—Te divertiste hoy mi vida?,— le preguntó su madre, —Si!, Mucho!,— dijo la pequeña con entusiasmo, —Que bueno, ahora tienes que ir a dormir Miraboo, ven vamos,— dijo su padre y ella asintió.

Así los tres se dirigieron hacia su nueva cama, Julieta le ayudó a cambiarse para dormir, y ambos la ayudaron a arroparse bajo las sábanas, —Vaya, antes estaba oscuro, pero ahora hay muchas mariposas que brillan demasiado, crea que puedas dormir?,— le preguntó Agustín, en ese momento la pequeña miró hacia arriba y sus padres hicieron lo mismo, pudieron ver como la mayoría de las mariposas se iban desvaneciendo hasta dejar unas cuantas para que no estuviera completamente obscuro.

—Wow, como hiciste eso Miraboo,— le volvió a preguntar su padre, ella simplemente encogió los hombros y contestó, —No lo sé, creo que, solo lo deseé, — sus padres estaban un poco sorprendidos, no pensaron que entendería su don tan rápido, pero les alegraba.

Julieta y Agustín se despidieron de ella dándole un beso en la frente y se retiraron de la habitación, Mirabel seguía exaltada por todo lo que vivió ese día, así que batalló un poco para dormir, pero al mirar al techo de su habitación vió como las mariposas volaban como si estuvieran danzando, al parecer era una manera de arrullarla, y así fue, mientras las miraba ella de un momento a otro sé quedó profundamente dormida.

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A la mañana siguiente algo despertó a Mirabel además del sol que entraba por su ventana, era como una melodía suave que resonaba por toda la habitación, y vió como las mariposas volaban hacia ella, era como si les dieran los buenos días, estaba encantada viéndolas, entonces tocaron la puerta y alguien habló desde afuera.

—Miraboo!, es hora de despertar, cuando estés lista baja a desayunar!,— era su padre quien estaba afuera, —Si papi!,— gritó la niña mientras se levantaba de la cama hacia su nuevo armario, escogió un conjunto y se cambió, se vió en el espejo, se sentía un poco simple, tal vez podría agregar algunos bordados después, le pediría ayuda a su mamá después, "Esa es una excelente idea, te verás hermosa", dijo una voz, se sorprendió, no sonaba como de alguien que conociera, y no sabía de donde venía, —Quien eres?— preguntó la pequeña, "Te lo explicaré todo más tarde, creo que ahora tienes que ir con tu familia, por favor mantén este encuentro en secreto, aún no es hora de que sepan de mi existencia", oyó decir amablemente, mientras la puerta de su cuarto se abriera como si la invitara a salir y así lo hizo, en ese momento se dió cuenta como las mariposas la seguían, y cuando llegó al exterior vio cómo estás cambiaban, tomaron colores diferentes, aunque ya no había brillo, esto la hizo reír, le alegraba descubrir cada vez un poco más como funcionaba su don.

Todos bajaron a desayunar al patio de la casa, todos tomaron un lugar en la mesa, y como siempre la abuela se sentaba a la cabeza, Mirabel se sentó a un lado de ella, —Bueno familia, todos nos alegramos de que Mirabel haya recibido su don, y...,— se vió interrumpida ya que ciertas mariposas coloridas la distrajeron, sabía de quien provenían, pero le sorprendió su aspecto, —Oh querida, como es que cambiaron de aspecto?,— le preguntó a Mirabel, esta solo encogió los hombros y contestó, —No lo se, cuando salí de mi habitación se volvieron así,— dijo simplemente, a Alma le sorprendió un poco, —Bueno, está bien, aún necesitas más tiempo para conocer completamente tu don, pero crees que podrías mantenerlas en un solo lugar?,— preguntó amablemente Alma, ya que las mariposas volaban dispersas al rededor de Mirabel, la distraían un poco, y pensaba qué tal vez los demás se sentirían incómodos, la pequeña la miró extrañada, —lo intentaré— dijo un poco incómoda, pensó un poco en cómo podría hacer que se quedaran quietas y no incomodaran a su abuela, hasta que se la ocurrió algo.

De un momento a otro, las mariposas volaron hacia Mirabel para posicionarse en ella, unas en sus ropas y otras formaron un halo al rededor de su cabeza como si fuera una corona, todos se sorprendieron, se veía encantadora, —Maravilloso mi vida!, así está perfecto,— dijo Alma alegremente, aunque la pequeña se sentía un poco incómoda, se suponía que las mariposas volarán libremente, no que se quedaran quietas como un adorno, pero mientras la abuela estuviera feliz ella estaría bien.

—Ahora si a lo que iba, aún tengo que averiguar cómo usarás tu don para ayudar al pueblo, así que todavía tienes un poco más de tiempo para aprender a controlarlo completamente,— decía felizmente su abuela, —Así que el día de hoy puedes descansar, mientras descubres un poco más sobre tu nuevo don querida, y ahora todos, — volvieron a decir su lema, —La Familia Madrigal!,— y se dispusieron a comer.

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Mirabel regresó a su cuarto después del desayuno, quería descubrir que era aquella voz de esta mañana así que, cuando permitió a sus mariposas volar otra vez, se atrevió a hablar, —Hola?— y efectivamente la voz le respondió otra vez, "Hola otra vez pequeña", la niña se alegró, —Disculpa, ahora si puedo saber quien eres?— la voz volvió a responder.

"Claro que si mi niña, yo soy aquella que le dió a tu familia y a tu pueblo un milagro y un lugar donde vivir, aquella quien les dió una nueva oportunidad para vivir tranquilamente, la que le da a esta casa vida, y la que les otorgó dones, yo querida, soy la magia misma, soy aquel al cual llaman Encanto" explicaba amablemente la voz, —Wow, tu eres la vela?— preguntó Mirabel.

"No exactamente, la vela es un medio por el cual puedo manifestarme", —Y por qué soy la única que debe saber de ti?—, "Por qué así debe ser, además tu eres la única que me puede escuchar, al menos mientras estés dentro de este cuarto", —Pero por qué yo?—, "Por que tu eres especial Mirabel, la más especial de los Madrigal, tu mi querida niña, formas parte de mi, eres una extensión de mi, te acompañaré siempre, te ayudaré a que entiendas el poder con el que naciste", —Hablas de mi don?— "No, en realidad no es un don el que tienes, tu jamás has necesitado uno", —Entonces como es que puedo...— se detuvo un momento tratando de formular la pregunta, pero no lo necesitó, él Encanto sabía a qué se refería.

"Las mariposas son una manifestación de tu propio poder, una expresión de tu alma, antes no podías hacerlo por que eras un bebé y aún estaba dormido, pero cuando te sentí a través de la vela el día de tu ceremonia, logré ayudarte a despertarlo, y mientras más grande seas, más crecerá, tu mi niña eres la luz que guiará a tu familia a la prosperidad, y así como tú, las mariposas que tú creas te ayudarán a guiar a tu pueblo para mejorar su vida" en este momento las mariposas empezaron a titilar como si se tratara del latido de un corazón.

"Pero querida, no siempre será fácil, en este momento tu familia está pasando por muchos cambios, pero temo que vayan para mal, así que ayúdalos y protégelos, por qué todo lo que les ayudé a construir, pueda que se caiga algún día"

—No te preocupes, yo haré lo necesario para protegerlos— dijo muy segura Mirabel, "Confío en ti pequeña, ahora me tengo que ir, no te preocupes, siempre estaré a tu lado, y Casita te ayudará en todo lo que necesites"

Desde ese día Mirabel no había vuelto a escuchar la voz del Encanto, hasta ahora.

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Continuará...

Crisalidas BrillantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora