CAPÍTULO 9: Álex. Un Ferrari y una piscina

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¡Hola lectores!

Aquí os dejo el capítulo 9 de Antídoto,  me gustó mucho escribirlo porque me dejé llevar por los personajes. Por un momento Álex se convirtió en el autor de la obra y era yo la encargada de escribir sobre el papel su propia historia. 

En este capítulo os he dejado un enlace a esta canción de Beyoncé. Os invito que para vivir aún más la historia y conectar más con los personajes, la escuchéis mientras leéis el capítulo. 

A leer, espero que os guste :)

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Salí de allí. Empecé a caminar sin mirar qué dejaba atrás. Apenas conocía la ciudad, pero no me importaba perderme, ya me había perdido en aquel ascensor. Que aquella niñata estúpida mencionara a mi padre, encendió la llama que ante mi inminente soledad, tenía que calmar cada noche para no quemarme con sus recuerdos y con la certeza de que ya no estaba...

El tema de mi padre era tabú para todo mi entorno, era lo único que podía derrumbarme con la simple pronunciación de dos sílabas.

– Te prometí que siempre iba a ser fuerte papá, y lo soy, pero no sin tí –Me dije a mi mismo a la vez que miraba al cielo, esperando que alguna señal me dijera que me estaba escuchando desde algún lado.

Noté como el nudo de mi garganta anunciaba que no podría sostener mucho más las lágrimas que golpeaban mis ojos con fuerza, pero intenté retenerlas, no iba a cambiar nada llorándole a alguien que necesitaba tanto.

Llegué a un monte verde totalmente desierto, y me tiré en la hierba recién cortada mientras encendía un cigarro exhausto de todos y cada uno de mis pensamientos.

No podía controlar mis emociones, mis sentimientos, ni lo que decía.

Aquellos ojos marrones que acababa de contemplar hace apenas unas horas volvieron a mí.

Valeria.

No le había mentido, no sabía mentir.

Si que quería demostrarme a mí mismo que sería como todas, que se dejaría cautivas por mis besos. Quería saber que podía tenerla, que no se escapaba de mis posibilidades.

Pero si que se me escapó.

Me había besado con Anna unas horas antes de probar los labios de Valeria por primera vez aquella noche. Con el objetivo de poder demostrarme a mí mismo, que ella era igual que las demás. Pero con lo que no contaba es que me acelerara el pulso de la manera que lo hizo, que me sintiera tan adicto a ese beso y que tuviera que salir de ahí corriendo antes de que la noche me arrastrara a lo más profundo de mí mismo. Supe que había pasado algo en mi, y por eso tuve que alejarme y decirle lo que le dije en ese ascensor con esa crudeza.

Le había dicho la verdad, pero quizás no toda.

No era bueno para ella, a pesar de toda la actitud que demostraba frente a mis ojos veía una chispa de inocencia.

No paraba de darle vueltas a lo rota que la dejé en el ascensor, pero era lo mejor para ambos. Yo era una persona inestable, que hacía daño si se sentía invadido, y ella me había invadido mencionando al hombre que añoraba cada segundo de mi despreciable vida desde que él se fue.

La odiaba, por mencionarlo sin siquiera conocerlo.

La cabeza me daba vueltas.

No podía volver a verla y no matarla con la mirada o con mis palabras, así que decidí no asistir a la oficina por la tarde. Me terminé el cigarro y lo apagué entre la hierba.

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