CAPÍTULO 10: Valeria. ¿Una cita?

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Estaba indecisa, no tenía ni idea de que ponerme ¿era una cita? ¿una cita con mi jefe pero que en realidad no era tan jefe porque me sacaba 5 años? –Valeria céntrate. –Me dije a mi misma intentando calmar mis pensamientos. No tenía intención de contarle a Tiffany que había quedado antes de la universidad para tomar un café, pero siempre nos íbamos juntas hacia la facultad y supuse que me preguntaría si salía con tanto tiempo de antelación. Así que no vi otra opción y se lo conté mientras ella se terminaba de maquillar.

– Tía todo el mundo habla de James Stokes, es el empresario que tiene a todas las tías del planeta locas y tu estabas a punto de rechazarle ese café. –No tuve ni idea de la existencia de James hasta el día de la fiesta, pero según Tiff, su familia siempre había sido bastante adinerada y había salido numerosas veces en la televisión y en revistas. – Es el soltero de oro de todo el estado, que digo de todo el estado ¡Del país entero!

–Tiff no es para tanto, es simplemente mi amigo. Vamos a tomarnos un café, charlar... Además, es mi jefe en las prácticas de la universidad.

–Lo prohibido siempre se vuelve tentador, ¿o me vas a decir que no te pone que sea tu jefe? –Mis mejillas me delataron sonrojándose.

– Ves, si es que lo sabía —Dijo victoriosa porque su teoría fuese real.

–¿Qué te vas a poner? – Me preguntó a la vez que se dirigía hacia mi armario para buscarme algo. –Con esto tienes al chico de tus sueños a tus pies – Sacó una falda de tablas de cuadros con distintos tonos de grises. —Las citas con los chicos siempre son más divertidas si vas con una falda o un vestido, así el camino es más rápido. —Por la forma en la que lo dijo supuse perfectamente a lo que se refería.

– Tiffany Davies Brown —Dije haciendo énfasis en su nombre completo para que me tomara enserio.

—Voy a tomarme un café con un amigo, no voy a hacer nada con él.

– Tu sabrás lo que te pierdes. – Y con el sonido de la tostadora anunciando que su desayuno estaba listo, salió de mi habitación.

Al final ni siquiera sé por qué le hice caso y me puse la falda que me escogió.

Salí de casa y estaba de los nervios, James siempre me ponía bastante nerviosa. Era guapísimo, eso es algo inevitable, y tenía unos labios gruesos y rosados que cualquier inmortal se moriría por probar.

Llegué con unos 10 minutos de antelación, siempre me gustaba llegar puntual a los sitios, e incluso antes. Para mi grata sorpresa James ya estaba allí, mucho más guapo de lo que recordaba. Llevaba un jersey negro de cuello alto negro que marcaba y realzaba mucho más sus facciones. Sus ojos oscuros se encontraron con los míos, y mientras llegaba a la mesa en la que se encontraba, me guiñó un ojo a modo de saludo.

The coffe office era una cafetería preciosa. Tenía el suelo de un parqué claro que sonaba con cada paso, y las paredes estaban llenas de plantas verdes artificiales que le daban un toque especial y acogedor. Había mesas blancas redondas por todo el establecimiento, y no sólo había sillas alrededor de las mesas, si no que también había un grandes sofás de colores para tomar asiento.

James estaba en una de las mesas al fondo, notaba como el corazón me iba a mil, aquel chico era guapísimo y de cerca mucho más. Me senté justo enfrente de él dejando el bolso colgado en un lado de mi silla.

– Eres bastante puntual, me gusta que no me hagan esperar. –Me reconfortó que se hubiera percatado de que había llegado a la hora acordada, y que no lo había hecho esperar.

– No me gusta que me hagan esperar, así que intento no hacerlo yo tampoco.

La camarera llegó, tomándonos nota sobre lo que tomaríamos.

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