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"No sabes como necesito tu voz; necesito tus miradas, aquellas palabras que siempre me llenaban, necesito tu paz interior; ¡Necesito la luz de tus labios! Ya no puedo seguir así! Ya no puedo.
Mi mente no quiere pensar no puede pensar nada mas que en ti.
Necesito la flor de tus manos aquella paciencia de todos tus actos con aquella justicia que me inspiras para lo que siempre file mi espina, mi fuente de vida se ha secado con la fuerza del olvido... Me estoy quemando; aquello que necesito ya lo he encontrado pero aún.
¡Te sigo extrañando!"

Lo que necesito de ti. Mario Benedetti.
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–Minari, ¿Prometes que vas a extrañarme mucho?.

–Por supuesto que lo haré. No tendré a nadie que duerma junto a mi o que me de cariñitos.

Mina tomó la mano de Nayeon y la llevó hasta su cabeza, donde la mayor no tardó en acatar la clara orden de la de rosas, quien demandaba cariño.

Ambas chicas habían abierto juntas una carta que Nayeon esperaba hace mucho tiempo, una propuesta para hacer una pequeña gira con el grupo de canto y baile que se había unido hace ya meses.

Era una gran oportunidad, pero eso significaba estar sin Mina por un tiempo indefinido.

Al principio se negó profundamente a irse, pero Mina la estaba convenciendo cada vez más de que era una buena idea y que eso no se iba a repetir nunca en la vida.

Tendría que irse en unos días, pero le aterraba la idea de dejar sola a la de cabellos rosas.

Era como si dejara su corazón en Seúl para irse sin ella.

Pero Mina le obligó a aceptar y después de una serie de besos, Nayeon se rindió.

Era imposible que Mina no pudiera convencerla con sus besos.

Y así fue como Mina, se prometió estar siempre pensando en Nayeon, incluso a distancia.

Era extraño que ahora se amaran tanto, porque según recordaban, Nayeon había estado casi obligada a permanecer a su lado y ahora no podían vivir sin la otra.

Pasitos de Pingüino || Minayeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora