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–Unnieee.

–¿Si, Minari?.

Ambas estaban acostadas en la cama de la menor, era tarde y por primera vez Mina le había pedido a Nayeon, directamente, que durmiera con ella.

La mayor se giró un poco para ver el delicado perfil de Mina, la de cabellos oscuros se aclaró la garganta y habló otra vez.

–¿Has pensado que quizá conmigo no vas a ser totalmente feliz?.

–¿A qué te refieres?.

Nayeon acarició con una de sus manos el brazo izquierdo de Mina que rodeaba su cuerpo sobre la sábana. En realidad no entendía a lo que se refería, aunque siempre tomaba en cuenta que como la menor nunca había tenido el más mínimo contacto de esa manera, siempre se sentiría insegura al respecto.

Trató de calmarla sin detener los cariños que su mano le proporcionaba a Mina.

–Bueno... Umh, algunas veces no podremos hacer todo lo que quieres, como salir a conciertos o ir a lugares con muchas personas. Quizá siempre tengas que estar encerrada en está burbuja conmigo.

Mina recordaba que su psicólogo una vez le había dicho que ella misma se encerraba en una burbuja lejos de la gente.

Nayeon suspiró y meditó un poco las palabras que quería decir.

–Mina, eres perfecta para mí. Siempre he creído eso, desde que empecé a sentir ésto. Te quiero demasiado y no me importaría estar de éste modo para siempre a tu lado, mientras tú me quieras.

La menor acarició con su cabeza la espalda de Nayeon, como si fuera un gatito.

Se quedó dormida calientita y cómoda con la mayor.

Al día siguiente, cuando se levantaron despeinadas y sonrientes, Nayeon se ofreció  a preparar panqueques y café para ambas como desayuno.

Pasitos de Pingüino || Minayeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora