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No era tarde, el reloj apenas marcaban las 7:15 de la mañana, pero aún así Jimin se movía de un lado a otro como si lo fuera. De la cocina al comedor, del comedor a la sala, y así sucesivamente. Muy dentro de él deseaba quedarse quieto, deseaba a detenerse un momento para tomar un respiro y obligarse a tranquilizarse, pero no podía, no cuando sus pies se movían de un lado a otro por sí solos y las manos le cosquilleaban por revisar que todo estuviera bien, por milésima vez.

Lamentablemente, ese era un rasgo negativo de él que casi nadie conocía. Los nervios excesivos lo llevaban a ser así.

Pero por suerte había alguien que sí era capaz de frenarlo, aunque sea un poco.

—¡Papi!

La pequeña Heejin, que se encontraba sentada en el comedor terminando su desayuno, fruncía su ceño y aplanaba sus labios intentando verse seria frente a su padre. Jimin finalmente se detuvo, dándose cuenta que había tenido la tostada con mermelada todo este tiempo en sus labios, y suspiró.

—No debemos caminar mientras comemos —le recordó ella, llevándose una cucharada de arroz a la boca y luego apuntándolo con la misma ya vacía—. Después duele el estómago.

—Tienes razón —le sonrió, sentándose a su lado—. Pero tampoco debemos hablar mientras comemos, podemos atorarnos.

Ella asintió dándole toda la razón, con sus mejillas llenas de arroz y los bordes de su boca manchadas ligeramente de comida. Jimin soltó una pequeña risa mientras tomaba una servilleta y la ayudaba a limpiarse.

De pronto, el timbre de la casa sonó y Jimin se levantó en dirección a la entrada. Ni siquiera tuvo que preguntarse quién era, pues solo conocía a una persona en ese mundo con la manía de tocar el timbre para luego dar unos toques a su puerta.

—¡Buenos días~! —canturreó Yoongi en cuanto la puerta le fue abierta—. ¿Listo para tu entrevista, mi pastelito de fresa?

—Siento que voy a vomitar —confesó.

Working with the devil  ⟢  kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora