Dos almas solitarias unen sus caminos por un misterioso caso de desaparición, ellos no saben que algo sombrío se esconde bajo la ciudad, alguien los persigue haciendo imposible su búsqueda y enredando los hilos de su destino.
Estela, una detective q...
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La luz de los faroles se encendió dando a entender que la oscuridad se estaba apoderando de la iluminación solar que quedaba en el horizonte.
Fue entonces cuando una de las criaturas de la oscuridad conocida también como Estela Black despertó en su lecho, en el cual había permanecido mientras el sol recorría para los seres que aman la luz como los girasoles, la habitación estaba casí vacía pero ordenada había una pila de libros en la mesa los zapatos estaban alineados en un rincón al lado del viejo armario, un olor a rosas frescas.
Sin embargo no era un lugar que cualquiera de nosotros podría amar ya que la humedad estaba presente haciendo extrañas figuras en las paredes con un toque tenebroso, aquella habitación estaba tenuemente iluminada por una vela, Estela permanecía inmóvil a causa del dolor que su rodilla le producía.
Lo único que le hizo levantar fue el teléfono que sonaba insistentemente.
- ¿Cómo ha estado mi mejor detective? - dijo una voz suave al otro lado de la línea, era Miguel Centeno la única figura paterna que Estela había conocido.
- Si tan solo ha llamado para preguntar cómo estoy ya puede colgar - le respondió Estela cortante.
-Por supuesto que no querida, si fuera tan solo eso habría venido a visitarte, lo que pasa es que...?
- No me diga Perez y Hurtado no lograron resolver el caso por ello necesita mi ayuda - respondió arreglándose el pelo.
-Veo que algunos de mis talentos los heredaste, debo sentirme orgulloso - dijo alegre su interlocutor.
- Olvidelo ya le dije que pronto deseo retirarme.
- Solo te ruego que me escuches un momento, este no es un caso como los otros porque es en tu ciudad en la que debes resolverlo - dijo en tono confidencial.
Estela no respondió se quedó petrificada mientras al otro lado de la línea su jefe la convencía recordando los buenos tiempos en los que los misterios temían cruzarse por el camino con la luz también llamada Estela Black.
-No crees que ha llegado la hora de saldar cuentas allí - le dijo
- Lo veré mañana -finalizó Estela escuchando como el tiempo pasaba lentamente por las manecillas del reloj.
Decidió dar un respiro al abrigo de la noche donde era su lugar no había ni un alma, solo un café que permanecía desierto.
Llamo ella para que le sirvieran, como toda respuesta vino un joven desalineado y sucio quién con malas formas la recibió.
-Un café para matar el frío porfavor - le dijo.
El hombre desapareció tras el mostrador y unos minutos después traía una taza de café humeante.
Permaneció allí toda la noche nadie la interrumpió, se quedó pensando en el motivó que tendría Miguel su protector para mandarla a una misión que ella creía era la más difícil para un fugitivo... enfrentarse a su pasado.
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