Juramento a un caballero.

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- Bien ¿me vas a contar lo que sabes? - dijo Estela

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- Bien ¿me vas a contar lo que sabes? - dijo Estela.

- La historia se inicia con Edmundo Fernández el padre del ministro quien vivió toda su vida rodeado de lujos gracias a su padre que era un importante hombre de negocios. El niño mimado creció y se casó con una joven de gran fortuna despilfarrada en poco tiempo. Cuando se vio sin dinero Edmundo exigió a su padre su herencia la cual le fue negada.

- La herencia pertenece a mis nietos - le dijo su padre.

Por aquel entonces su esposa ya esperaba al primogénito, Edmundo sabía que al ser niño la herencia seria suya pero de ser niña tendría que dársela cuando ella se casara. Yo había trabajado para aquel hombre muchos años pero un día sin explicación nos despidió a todos menos a Daniel su amigo y mayordomo.

Un año después regresamos pero nos dimos con la sorpresa de que el mayordomo ya no trabajaba allí.

- ¿Pero por que se interesaría el ministro en buscar a los empleados de su padre? - le preguntó Torres.

- No se nada se los juro - rogó aterrado el anciano.

- Se que dices la verdad, ahora debemos irnos - le dijo Estela quien parecía taciturna.

Salieron ambos del asilo, Torres estaba mas confundido que al inicio preguntó a donde se dirigían.

- Nos dirigimos a la mansión "ángeles de mármol" donde vivía el susodicho ministro - le contestó ella.

- Usted esta loca, la esposa del ministro prohibió acercarse a cualquiera que sea policía o periodista - le dijo Torres sacando de su abrigo una nota del periódico.

"No permitiré que mi desgracia se convierta en publicidad"

Begonia G. Esposa del desaparecido ministro anunció ....

- Las normas están hechas para romperse - le sonrió Estela.

*********

Una mujer vestida de negro paseaba por su descuidado jardín tomando de la mano a un niño rubio de unos siete años. Su rostro estaba tan demacrado que a nadie se le habría ocurrido pensar que cinco años antes había sido la mas bella en una fiesta organizada por su marido.

Divisó que dos individuos se acercaban, si eran acreedores que venían a cobrar mas deudas los mandaría al diablo y si eran policías o periodistas haría lo mismo, había dejado atrás toda clase de cortesía.

Cuando estaban parados frente a ella los estudió, la mujer debía tener unos veintitantos años, cabello claro y ojos azules salvo por su palidez era bella, vestía de verde malva por completo excepto por sus zapatos negros.

Su acompañante parecía mayor que ella, era alto con cabellos negros, ojos cafés; apuesto pero su rostro no reflejaba la luminosidad de las almas que viven bien consigo mismas, vestía formal.

- Señora me llamo Estela y él es mi compañero Torres venimos aquí para ayudarla con el caso de desaparición de esposo.

- Diga de una vez que son policías, mi esposo empezó todo por un problema familiar ello le llevó al vicio así arruinó nuestra vida cuando le quedaban deudas se volvió loco y huyó para que no le cobraran - les dijo Begonia irritada.

Estela sacó de su bolso un libro rojo que de título ponía.

Estela Black, mejor detective o solo un engaño.

- Mire no es que aquí se hablen maravillas de mí pero quiero que vea quien soy yo.

El niño rubio alzó sus manos intentando alcanzar el libro pero su madre le dio un manotazo.

-Esteban vámonos - dijo llevándose al niño.

Empezaron a descender por la colina, Estela sentía un pequeño dolor en la rodilla esto debido a no tomar sus medicinas solo por orgullo.

- Ahora si entiende, fracasamos - dijo Torres.

- No del todo,  tenemos un pequeño espía.

El niño le había seguido, cuando vio que ambos se separaban decidió seguir a la mujer entrando al callejón.

- ¿Por qué nos sigues pequeño? - le interrogó ella que estaba parada frente a él, cuando quiso huir se dio cuenta de que lo habían atrapado.

- Yo... quiero proponerle un trato - respondió tímidamente.

- Un hombre de negocios, te escucho.

- Yo le diré cuanto se y usted encontrará a mi padre - casi susurró el niño.

- No pensará hacer un trato con el niño - preguntó el inoportuno Torres.

- Cállese usted que yo estoy negociando con el caballero ¿verdad?

- Si, quiero decir no soy un caballero - le contestó poniéndose colorado.

- Algo me dice que si lo eres así que trato hecho.

- Júrelo.

- Yo Estela juro solemnemente que encontraré a tu padre si me dices lo que sabes, lo juro por ... el horrible abrigo que trae Torres.

- No me inmiscuya en sus asuntos - interrumpió el aludido.

- No estoy jugando - intervino el pequeño.

- Yo tampoco, lo conozco muy poco pero te aseguro que es su posesión mas preciada - sonrió guiñándole el ojo al niño.

- Yo tampoco, lo conozco muy poco pero te aseguro que es su posesión mas preciada - sonrió guiñándole el ojo al niño

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Secretos de la dama de rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora