Capítulo 36. Vuelta a casa

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Antes de nada, quiero decir que estoy preparando un one-shot precuela sobre Eric y Noel. En teoría, ya debería estar terminado porque empecé a escribirlo en verano, pero la vida, mi trabajo de fin de máster y mi propia salud me lo han puesto un poco complicado, la verdad. Si soy sincera, no tengo ni idea de si os interesan los padres de Vil, pero es algo que quiero hacer por mí, no os voy a mentir. El one-shot se centrará en cómo Eric y Noel se conocieron y enamoraron en el Reino de las Rosas, aunque me gustaría contar mucho más, tengo tantas ideas que podría escribir una novela (la relación de Noel con los padres de Eric, las primeras peleas de la pareja ocasionadas por el claro desbalance de poder y cómo lograron convertir su relación en una de iguales, el difícil embarazo de Noel que todos los médicos de la corte le desaconsejaron, etc.). Si es que lo tengo todo pensado, pero mi próximo longfic LeoVil ya me está reclamando atención y quiero concedérsela, así que... ¡Espero poder terminar la precuela un día de estos para que la leáis si os interesa! ¡Ya está!

No sabían en qué parte del palacio de Pyroxene aparecerían, y Malleus tampoco supo decirles dónde había abierto el portal porque no estaba familiarizado con el entorno.

Ya había anochecido en Pyroxene, aunque todavía era temprano, podían escuchar el típico revuelo de todos los días por los pasillos. Tardaron un momento en situarse, quizá debido a la ausencia de luz. Se encontraban en la sala del trono, pero estaba completamente vacía y a oscuras, los tronos vacíos y todas las velas apagadas.

Eric y Noel no solían permanecer mucho tiempo en la sala del trono, no les gustaba, preferían trabajar desde el despacho de Eric o desde alguno de sus salones privados. Así que, si los conocía tan bien como pensaba, el omega sabía dónde buscarles.

-Estoy en casa -murmuró Vil-. Tengo que ver a mis padres.

-¿No prefieres acostarte y verlos por la mañana? -sugirió Leona-. Todavía es temprano, pero tu cara demuestra que no has dormido mucho estos días.

-Solo será un momento, necesito verles. Después me retiraré a descansar, ¿vale?

-No sé ni para qué digo nada si vas a hacer lo que te dé la gana, como de costumbre.

Vil esbozó una sonrisa y depositó una caricia en el brazo de Leona. Luego, tomó su mano y tiró de él para que le siguiera hasta el despacho. Por suerte, no estaba muy lejos. Llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta con la certeza de que estarían dentro. Así era.

Eric se encontraba sentado en su silla con una taza de té en la mano que, al ver a Vil, dejó caer al suelo a causa de la sorpresa. Confundido por su reacción, Noel, quien estaba sentado sobre la mesa, dando la espalda a la puerta, se giró y vio a su hijo. Los dos se pusieron en pie, boquiabiertos, y corrieron a abrazar al chico, que se dejó enterrar en el calor de sus padres.

-Hola -saludó Vil en voz baja cuando se separaron.

-¿Hola? -Noel agarró la oreja de su hijo y tiró con fuerza de ella-. ¿Desapareces sin avisar durante dos semanas y lo único que se te ocurre decir es "hola"?

-Perdón, sé que no debería haber actuado así pero...

-¡No se te ocurra volver a hacer esto, Vil Schoenheit! -exclamó Noel, soltando la oreja del menor-. ¡Jamás vuelvas a ponerte en peligro de esa manera! ¿Tienes una idea de lo preocupados que estábamos por ti?

Vil se dio cuenta de que los ojos del castaño se llenaban de lágrimas. Sabía que Noel había llorado por su culpa muchas veces, pero esta era la primera vez que le veía llorar de verdad y no estaba seguro de cómo reaccionar. Su padre era el que le había enseñado que los omegas debían mantenerse fuertes para que nadie pensase que podía aprovecharse de ellos, así que resultaba chocante verle derrumbarse delante de él.

Eres mi Alfa y mi Omega [LeoVil || Twisted Wonderland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora