Cap 1: Adicciones.

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Me moví incómoda en mi sitio. Había sido un día largo y aún no acababa.
La ciudad estaba repleta de lunáticos, y al ser de las pocas psicólogas de aquel lugar muchos de estos acababan en mi consulta. Algunos llorando, otros gritándome o incluso insultándome. Cosa del oficio.

Por suerte, ya solo me quedaba una cita aquel día, aunque era de mis pacientes más difíciles.

— Gustabo, que alegría verte -. Salude con una sonrisa al rubio -. ¿Cómo sigues?

— Bien Dra -. Dijo mientras se estiraba en el sofá que estaba asignado para mis pacientes -. He tomado mis medicamentos como usted me dijo. También he vuelto un poco a la normalidad. Incluso he bajado unos kilitos.

— Ya sabes que tienes que vigilar eso -. Advertí -. No está bien que bajes tan de prisa de peso. Moduremos eso. ¿Y Horacio?

— Bien, hemos vuelto a hacer nuestras locuras -. Lo mire seriamente -. Pero con cautela y vigilando siempre a Pogo. Incluso está esperándome abajo.

Gustabo era un buen chico, era incluso mayor que yo, pero acontecimientos de su vida lo llevaron a tener una mentalidad más "infantil". Fue un poco complicado al principio, ya que la personalidad dominante era Pogo, poco a poco Gustabo fue saliendo a la superficie de nuevo, demostrando un ser dulce y especial. Nuestra conexión fue casi inmediata, tanto que incluso Pogo confío en mí, confío dejarme a mi cargo al pequeño Gustabo.

— Recuerda tomar todos los medicamentos -. Le recordé -. Y mantenme al corriente de cualquier cambio.

Gustabo besó mi frente, una manía que cogió y hacía unos meses. No me molestaba ya que yo a él ya le había cogido cariño. Me despedí de ambos amigos y volví a mi oficina.
Me quité los tacones y respire tranquila por fin.

Eran más de las ocho cuando decidí salir de mi oficina e irme a mi piso.
Al llegar un rico olor a comida inundó mi nariz, negué al ver al peliblanco cocina mientras revisaba algo en su móvil.

— Buenas, linda -. Dijo al percatarse de mi presencia -. Ya casi está la cena.

Bese sus labios cortamente antes de correr a tirarme al sofá, por suerte la cocina era una americana, dejando el salón unido con esta, dejándome ver todo lo que hacía el ruso.

— ¿Un día largo? –. Preguntó mientras preparaba los platos.

— Si -. Respondí seca -. ¿Tengo que arrepentirme de haberte dado una llave de mi piso?

Volkov dejó todo a un lado y me miró fijamente. Habíamos tenido miles de veces la misma conversación y ambos sabíamos cómo acababa siempre.
— Solo me apetecía hacerte la cena -. Dijo ofendido.

— Quedamos que solo la usarias en casos de emergencia -. Dije cansada -. Hemos hablado del tema Viktor, no somos pareja, deja de actuar como si lo fuéramos.

— Mierda Leighton -. Golpeó la encimera -. Llevamos follando más de ocho meses, sabes lo que siento por ti. Déjame demostrártelo.

Volví a ponerme de pie y me acerque de nuevo a él. Era mucho más alto que yo, así que me senté en la encimera, intentando al menos que nuestros ojos quedaran a la misma altura.

— Cariño, ya me has demostrado mucho -. Cogí su rostro entre mis manos -.Pero no estoy lista para una relación. Además, estamos bien como estamos ¿Qué necesidad hay de estropearlo?

El mayor se apartó bruscamente de mi agarre, cogió sus cosas y se acercó a la salida.

— Entonces ya me llamas cuando quieras follar -. Dijo antes de irse y cerrar de un portazo.

Enterré mi rostro entre las palmas de mis manos, solté un grito ahogado y volví a la normalidad. Me apresure a apagar todo de la cocina, ya que se había ido sin acabarlo.
Mi cuerpo no aguantaba más, así que pedí una pizza a domicilio y deje todo tal como él lo había dejado.

Everything For Love  // Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora