II

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El parque del centro era un... podría decirse una feria interactiva. Es el típico lugar donde llevan a los niños de primaria como excursión. No puedo decirle que no a Lisa, a ella toda la vida le ha gustado venir a este tipo de exposiciones, ferias, etcétera.

―¡Scott! ―me dice emocionada―. ¡Es una noria hecha de madera!

―Emmm... ―le digo temblando―. Y supongo que quieres subir, ¿verdad?

Siempre he temido a las alturas, bueno, no desde siempre. Cuando tenía 9 años, estábamos Lisa y yo jugando a las escondidas; ella contaba y yo tenía que esconderme; nunca he sido bueno para buscar escondites, pero sí para trepar árboles, así que subí al primer árbol tupido que encontré. A 5 metros de altura, una rama se rompe y caigo de espalda al suelo. Me disloqué el hombro izquierdo y me rompí dos vertebras. Desde aquel entonces odio las alturas, los árboles me gustan, pero siempre y cuando los vea desde abajo.

―Sí, sí, sí ―me dice entusiasmada.

―Pues... Sube.

―No quiero ir sola ―me dice haciendo pucheros―. ¿Vienes?

"Vienes", esa palabra, esas 6 simples letras. Cada vez que me la dice, no puedo negarme, siento que no, y por más que quisiera hacerlo, algo me detiene.

―Lisa, sabes que temo a las alturas, ¿verdad?

―Sí Scotty, lo sé. Pero venga, hazlo por mí.

―No lo sé ―le digo temblando―. ¿Y si eso se cae y muero?

―No pasará, fíjate ―me dice señalando la estructura de la noria―. Además, tú me dijiste que te ayude a perder tu miedo a las alturas. Pues ahora es cuando.

Me la quedo mirando fijamente a los ojos, ella lo hace de igual manera con los ojos entrecerrados, desafiando mis miedos. ¡Dios!, me encanta cuando me mira así.

―Repito... ¿Vienes?

―Vale ―le respondo.

Paso la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados en ésta máquina del terror, siento que me mearé encima. Entonces siento las cálidas manos de Lisa sobre mis hombros, supongo que tratando de calmarme.

―Hey ―me dice―. Mira.

Abro los ojos lentamente y alcanzo a ver la ciudad, entera. Nunca la vi desde éste punto, incluso puedo ver mi casa desde aquí.

―¡Mira! ―le digo a Lisa―. Es..

―Nuestro vecindario ―me responde ella―. Nuestro parque, nuestros árboles, donde jugábamos cuando éramos niños.

Lisa y yo tuvimos una infancia muy emocionante, salíamos todos los días a jugar por el vecindario, en un parque que lo bautizamos "Ardillario", porque estaba repleto de ardillas. Ahora ya no hay. Solíamos meternos a las casas que estaban desocupadas, sacábamos los retoños de los cocos de las palmeras que crecían y bellotas de los árboles, para luego lanzárnoslas, jugando a las guerritas. Hombres versus Mujeres, en este caso: niño versus niña. Siempre me ganaba ella, sigo sin saber por qué.

―Ahí está nuestro campo de guerra ―me dice como si me hubiera leído el pensamiento―. ¿Recuerdas?

―Sigo sin entender por qué siempre me ganabas.

―Fácil, tienes una cabezota.

―¿Y?

―Es fácil de pegar con las bellotas ―me responde soltando risas.

―JA JA ―le digo de modo sarcástico―. Como a ti no te dolía..

Entonces Lisa me abraza, y noto que la luz de su rostro de apaga, y se pone un poco desanimada.

―Es un tonto ―dice con un tono triste.

―¿Todd? ―le pregunto.

―¿Cómo pudo preferir en irse a jugar fútbol con sus amigos en vez de acompañarme a aquí?

―¿Pero que no estaba en una entrevista? ―le pregunto de manera dudosa.

―Eso creí yo también, pero míralo.

Entonces levanto la mirada y lo alcanzo a ver, a una cuadra del parque, en el estadio del barrio, estaban él con otros amigos jugando un partido de fútbol.

―Nunca creí que me mentiría así ―me dice con la cabeza agachada.

―Liss... ―trato de calmarla.

―Gracias por acompañarme ―me dice abrazándome―. Eres el mejor amigo que una chica podría pedir.

Me da un beso en la mejilla, siento un cosquilleo en la piel. Aunque un nudo en la garganta y un golpe en el pecho al oír las palabras "mejor amigo". Puta Friendzone.


En camino a casa, Lisa me cuenta de que su relación con Todd nunca fue muy estable.

―Discutíamos por todo ―me dice―. Cada semana, para ser precisos.

Yo trato de animarla diciendo que si él la escogió y ella lo aceptó es por algo.

―Simplemente es una mierda ―me dice―. Terminaré con él.

Mis ojos brillaron y sentí una tranquilidad, una posible oportunidad para lograr algo con ella en un futuro.

―Gracias por hoy ―me dice en la puerta de su casa―. ¿Te veo mañana?

―Claro que que sí, Lissy.

Nos quedamos viendo a los ojos, suelta una sonrisa y entra a su casa.

¿Vienes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora