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Observo a Hayley, sus ojos tienen algo especial. Siempre fui un chico cuya mayor debilidad son los ojos color café. Pero ella tenía algo más, no lo sé. Pero está ahí.

No me gusta, claro que no. Apenas la vi y ni siquiera la conozco, pero siento un presentimiento al verla.


―¿Y qué haces aquí? ―dice ella.

―Acompaño a un amigo ―respondo―. Bueno, ahora lo estoy buscando. Estoy perdido.

―¿Quién es?

―Stev..

―¿Muddy? ¡¿Está aquí?!


Yo callo y frunzo el ceño como signo de desaprobación. ¿Acaso todo el mundo sabe que Steve se apoda "Muddy" en el mundo de los viejitos?, y no solo de los viejitos, sino también en el mundo exterior. Y pienso hablar seriamente con él.


―Pues... Sí, está aquí. Pero no sé dónde.

―Bueno, con todo él también ha de estar buscándote. Y como él conoce este lugar perfectamente, sabe que has de haber llegado aquí.


Hayley termina de hablar y siento una mano en mi hombro derecho, volteo y observo a Steve con cara de sorprendido. Me hace un lado y se acerca a saludar a Hayley con un abrazo y un beso en la mejilla. Yo sigo confundido con todo esto. Conversan un rato, nos despedimos de Hayley y salimos del lugar. En el camino conversamos.


―Steven, tengo varias cosas que preguntarte ―digo sin mirarlo.

―¿Mmm..? ¿Qué pasa?

―Número 1: ¿POR QUÉ MIERDA ME DEJASTE EN UN LUGAR COMO ESE SOLO?

―Pues te vi conversando con el Sr. Steve y no quería interrumpirte.

―Número 2: ¿De dónde conoces a Hayley?

―Es nieta de Harold, el que trabajaba en contabilidad en la empresa.

―Número 3:...

―¿Por qué haces tantas preguntas?

―NÚMERO 3: ¡¿DE DÓNDE SALIÓ ESO DE MUDDY?!


Steve ríe por mi insistencia, yo no lo veo nada gracioso. Enterarme cosas de mi mejor amigo, a quien le cuento todo y que también pensaba que él lo hacía... Me limito a mirarlo directo a los ojos con el ceño fruncido.


―Verás, cuando era pequeño ―dice―. Se realizaron la mañana deportiva de la empresa, y hubo un concurso de mascotas de cada sección. Yo iba con mis padres y tíos en la sección de gerencia, pero no teníamos mascota..

―Eso no me dice nada ―interrumpo.

―Espera ―dice él―. Bueno, no teníamos mascota, y como yo era muy travieso, andaba correteando y caí en un charco de lodo y me embarré completamente. Entonces el señor Steven me puso Muddy, por lodoso en inglés.

―¿Ok...? ¿Es por eso?

―Sí.


No pude soportar reírme a carcajadas. No me aventé al suelo porque caminamos por una vereda de la ciudad y luego los demás me quedarán viendo raro. Lo cual odio.


En la noche coordinamos un encuentro con Lisa y Todder, para conversar sobre la supuesta salida al campo el día de fin de curso.


―Bien muchachones ―dice Lisa―. Tenemos dos fechas tentativas para el viaje: el 18 de octubre o el 25 de octubre.

―¿No íbamos a viajar un día después del fin de curso? ―pregunta Steven.

―íbamos ―responde Todder―. Lo que pasa es que tengo mi graduación el 16, y el 17 es la fiesta del curso. Por eso el viaje se pospondría para el 18.


Lo observo y entonces hablo.


―Creo que quedaría mejor el 25. Ahora que recuerdo mi familia siempre organiza un paseo para esas fechas, y estaría regresando el 22 a casa.

―Vale ―dice Lisa―. ¿Alguna otra pregunta?

―¿Se puede llevar acompañantes? ―pregunta Steve.

―Emmm.. pues claro ―responde Todder―. ¿A quién piensas llevar?

―Hayley Mitchell ―responde él y yo abro los ojos sorprendido―. Es una amiga, le conté sobre el viaje y me preguntó si podía acompañarnos.

―Claro que sí ―responde Lisa―. Entre más personas la podemos pasar mejor.


La reunión termina y caminamos en grupo en camino a nuestras casas. Primero dejamos a Todd. En camino a casa de Steve conversamos.


―¿En serio irá Hayley? ―pregunto.

―Sí, parecía muy entusiasmada en el chat ―responde Steve.

―Espera, Scott ―corta Lisa―. ¿Tú también la conoces?

―Pues...

―Sí ―responde Steve por mí―. De hecho están saliendo.


Yo lo miro anonadado y él me da un codazo en las costillas.


―¿Ah sí? ―dice Lisa.

―Emmm... Sí ―respondo.


Llegamos a casa de Steve y lo acompaño a su puerta para hablar con él.


―¿Qué planeas? ―le pregunto.

―Me lo agradecerás ―responde y entra a su casa.


En camino a casa de Lisa cruzamos por El Ardillero. No surge ningún tema de conversación por unos minutos.

Es tenso, me recuerda aquel día en el hospital, aquel silencio incómodo en el que no sabes ni qué decir ni a dónde mirar. Lisa rompe el silencio.


―Conque... Hayley, ¿eh?

―Pues sí ―respondo.

―¿Por qué nunca me contaste?

―Porque comenzamos hoy ―respondo―. Y estabas tan ocupada en la reunión que no quería interrumpir.

―¿Y por qué Steve la nombró, y no tú?

―Sinceramente, Lisa, no sabía que ella va a ir ―trato de no lucir nervioso―. Creo que Steve lo planeó para que podamos pasar un tiempo bonito y diferente.


Lisa no me mira, solo observa al suelo.


―Y... ―dice ella―. ¿Está linda? ―la miro.

―Bueno.. Sí, muy linda.

―Ow, ok.


Llegamos a la cerca de separa nuestras casas y nos detenemos para despedirnos.


―Esto... ―dice Lisa mirando al suelo―. Te veo mañana.

―Claro Lissy. Hasta mañana.

―Nos vemos, Scott.


Y entra a su casa sin regresar a mirar.





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