Qué maldito frío, joder. Toqué mi pecho y estaba sin camisa.
Otro día me espera. Otra mañana, mejor dicho. Otra de esas mañanas en donde tú no quieres nada de nadie, ni de ti mismo. Vista borrosa, picazón en la entrepierna. Mi pequeño amigo está despierto, está buscando comida, está buscando en dónde meterse. Me muevo para buscarla y no la encuentro. Seguramente está haciendo mi desayuno. Seguramente vendrá dentro de poco a decirme que tengo responsabilidades y que debo atenderlas. A veces es tan predecible.
Luego de un largo monólogo, consigo levantarme. Tengo un brazo dormido. Voy hacia al baño a orinar. Estoy orinando. Me miro en el espejo, vaya hombre, destrozado, con la vista cansada, todo vuelto mierda. Apenas es lunes, apenas son las 5 y 45 am y él ya está cansado, al menos eso puedo ver en el espejo. Me echo el cabello hacia atrás. Me cepillo lentamente, esperando que se me caigan los dientes, que me lleven a algún odontólogo y así no tener que ir a ese infierno llamado trabajo. Me cansé y decidí usar el hilo dental. Tampoco hay sangre, puta madre.
De vuelta al cuarto. Enciendo mi celular. Allí está esa mujer que tanto me molesta, esa mujer que sólo quiere mi pene cuando éste está en otro sitio que no es en su vagina. Esa mujer que odia a mi novia y que quiere ser la puta de la historia.
5:55 am. Estoy saliendo del baño ya duchado y más despierto. Me coloco mi pantalón negro y mi camisa azul oscuro.
- Cielo, ven a ponerme la corbata.
22 años y no sé cómo colocar una maldita corbata.
Allí está la dueña de mis orgasmos, la dueña de tantas cosas que pensé que eran mías.
Labios de corazón, piel clara, cabello castaño claro, ojos cafés...pero miren, está con mi camisa del día anterior, ya decía yo que ella la tenía. Sus cálidas manos acariciaron mis mejillas para luego depositar un suave beso en mis labios. Empezó a hacer el maldito nudo.
Terminó rápidamente y volvió a la cocina.
Me senté en el borde de la cama. Me coloqué mis zapatos y amarré las trenzas.
Fui hacia la cocina. Cocinaba sonriente, como cuando le das una muñeca nueva a una niña.
Terminó mi desayuno y me lo dio en la mochila que usaba para la comida desde hace algún tiempo.
- Estás callado desde ayer - dijo preocupada.
- La verdad es que ayer maté a otra persona, cariño.
Agarró mi rostro fuertemente.
- ¡Te estás volviendo adicto a esto John! ¡Hace unos días mataste a un tipo que te miró mal! ¿Qué coño sucede contigo? ¿Acaso me matarás a mí si llego a hacerte algo?
- Ayer te vi en la casa de Matt y no estabas vestida.
Su rostro cambió totalmente, ahora ella estaba desubicada.
Tomé su rostro.
- Sé que no es fácil tener un novio asesino, pero, ¿Matt? ¿Ese maldito? Le debe dinero hasta a su hijo. Es un hijo de puta que no sabe sumar ni restar.
- Al menos él está aquí cuando lo necesito, no como tú, que trabajas como vendedor y de noche como asesino.
- Vamos - reí -, siempre supiste que era diferente, en nuestra primera cita, cuando estabas dándome sexo oral te grité - alcé la voz - muérete chupando mi maldito pene, perra. Luego de eso me encontraste en mi casa sacando puntas con un cuchillo del tamaño de mi antebrazo.
- Y seguí contigo porque pensé que cambiarías, ahora estás peor que antes, John. Ya ni sé si me amas o no.
- Siempre te he amado y siempre te amaré, Cassie.
- Te amo, John. - me besó - Vuelve a casa temprano y no te quedes con esa puta de Marlenne.
Le di una nalgada y besé sus labios despacio.
- Hoy no, tengo que matar a Peter, son 500 dólares fáciles.
- Está bien, cariño, me llamas cuando llegues.
Así partí de mi casa, con Cassie en mi mente y con Peter en las balas de mi pistola.
¿Por qué matar si fácilmente puedo vivir una vida normal con mi pareja? Porque me fascina, me hace vivir, me hace sentir el depredador.
15 - jun - 14
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Dualidad Amorosa
RomanceMujer y hombre, pene y vagina, besos de azúcar y besos de carbón, dualidad sexual e intelectual.