El viento se volvía más frío con forme avanzaban las horas de la noche, sin embrago el cielo se veía cada vez más despejado. Enzo se embelesaba con la luna llena al levantar la vista mientras intentaba que su ropa le calentara más de lo que era capaz.
Estaba sentado en una silla de exterior frente a la fogata, la cual se encontraba rodeada por sus amigos. Raúl y Mónica estaban en una banca cubiertos con una manta azul que contrastaba con el cabello teñido de rojo de la chica, ambos se abrazaban y compartían tiernos besos ocasionales. Sebas y Paola, acomodados uno frente al otro, discutían de manera amigable y alegre, tal como lo hacían antes de que por alguna razón su relación se enrareciera.
Enzo podía sentir como el alcohol iba desapareciendo de sus venas, lo cual le daba una extraña sensación de tranquilidad. A eso también contribuía el hecho de que hace ya rato que la fiesta había comenzado a apagarse. La música que hace solo un par de horas había sonado tan insistente, ahora era un tenue murmullo que escapaba de la casa. También el resto de invitados habían comenzado a desvanecerse de una manera tan sutil que se pasaba desapercibida para los más despistados.
Enzo escucho unas pisadas sobre el pasto y cuando se giró con curiosidad vio a Bruno acercarse desde la casa. Llevaba una botella de cerveza en una mano y un leño en la otra. Caminaba descalzo y aparentaba solo estar vestido con una larga gabardina gris que le llegaba a la altura de las rodillas.
A pesar de que lo conocía desde hace ya algunos años, no podía evitar seguirse asombrando de la manera en que él dejaba que el frío pasara a través de su cuerpo sin que su piel se erizara siquiera. Jamás daba la impresión de que le molestara en absoluto.
—Lamento haberlos dejado tanto tiempo, pero había un asunto de fuerza mayor que me era necesario atender. —Dijo Bruno mientras acomodaba el leño en la fogata intentando avivar el fuego.
—¿Y conocemos a ese asunto de fuerza mayor?¿O es de las que salen por la puerta de atrás? —Pregunto Sebas con sorna.
—De hecho dijo que me esperaría en mi habitación para continuar más tarde. Apenas logre que me quitara las manos de encima.— Bruno sonrió orgulloso.
—¡Qué asco! —Dijo Paola. —Aunque no entiendo porque te disculpas. Te fuiste tan poco que apenas y lo notamos.
—Aun que tu afirmación es más que obviamente falsa, mi estimada amiga. —Comenzó Bruno con voz relajada. —Déjame decirte que más importante que la duración de la jornada es la manera en como esta se aprovecha.
Después de unas cuantas risas repartidas llego otro momento de silencio, solo el viento a través de los altos arboles hablo por unos instantes.
—No puedo creer que en unos cuantos meses nos estemos graduando. —Dijo Mónica.
Sus amigos sonrieron, pues ya conocían la tierna actitud melancólica que ella adoptaba al embriagarse.
—Bien por ustedes, yo tendré que esperar más que eso para ser pediatra. —Raúl exhalo con desaliento.
—¿Ya saben que aran después de graduarse? —Pregunto Mónica.
—¡Dios! Ni lo menciones. —Dijo Bruno irritado. —Tendré que volver a Barcelona a ayudar a mi padre con su puto "imperio" de pescados y mariscos. Me quiere poner al frente de las exportaciones.
—Sería comiquísimo tío, que en lugar de ser alérgico a los frutos secos, fueras alérgico al marisco. —Enzo sonrió al imaginárselo.
—Sería la polla. La excusa perfecta para hacer de mi vida otra cosa. —Bruno hablo con divertido entusiasmo mientras sacaba un paquete de cigarros y un encendedor de su bolsillo.— ¿Y tú? ¿Al restaurante de tus padres no?
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Mis Noches Contigo
Teen Fiction"El amor es el anhelo de preservar el objeto querido" Z.B. Resulta complicado entender las motivaciones que hacen que amemos a ciertas personas, y aún más complejo resulta el entender los porque surgidos ante una ruptura. Tanto así que nos aferramo...