Mientras Tanto

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Tres semanas pasaron en un suspiro, y aun que le dolía la ausencia de verdad que intentaba no pensar en ello. Se concentraba en la universidad, en las tareas, por la tarde jugaba videojuegos o salía a tapear con Raúl y Diego. Ellos además de su familia habían sido su mayor apoyo, más de lo que se pudiese esperar del ex de una amiga y alguien que hace un par de semanas era un desconocido.

Ese viernes por la noche estaban en un bar de tapas en el centro de Madrid. En la mesa redonda ya solo quedaban platos vacíos y cervezas que pronto lo estarían, pero ninguno de los tres tenía prisa; disfrutaban de lo ajetreado del lugar, la música que apenas se escuchaba por encima del resto de voces y de la plática tan amena que juntos conseguían.

—Se los juro, el niño de la consulta se llamaba Gohan. —Decía Raúl. —Y cuando ya se iba con su papá me costó un huevo no gritar "Adiós Goku"

Los tres estallaron en alegres carcajadas.

—Pero que tonto. —Dijo Diego mientras intentaba calmarse. —Enzo, no es por alarmarte pero hay una tía en la barra que no te quita el ojo de encima.

Enzo miro un momento en aquella dirección y notó a la chica de cabello café alborotado y tez clara. Era bonita.

—No gracias.

— ¿No gracias? ¿De verdad? —Se sorprendió Diego. —Tío, esta preciosa y se nota que le gustas.

—Déjalo en paz. No lo presiones, ya llegara su momento. —Intervino Raúl. —Y el mío también, pero aún no.

Enzo no estaba seguro de cuando sería ese momento. Estas últimas semanas se había dado cuenta que lo miraban más chicas que antes, y aún que había coqueteado y conseguido los numero de algunas de ellas no se atrevió a llamar a ninguna. Si iba a intentar involucrarse en una nueva relación debía hacerlo sin más Lucías dando vueltas en su cabeza. Justo ahora estaba concentrado en seguir adelante e involucrarse con alguien nuevo no era la opción más inteligente. Quería volver a ser emocionalmente autosuficiente.

—Y hablando de tías. —Comenzó Diego. —Paola me invito a salir... pero no sé.

— ¿Por qué no lo sabes? —Preguntó Enzo.

—Porque siento que salir con ella sería como salir con mi hermana, puedo intentarlo pero sería muy raro.

— ¿Intentar qué, salir con tu hermana? —Después del comentario de Raúl los tres rieron de nuevo, pero como siempre él fue mucho más escandaloso que los demás.

— ¿Y qué harán el fin de semana? — Diego se llevó la botella de cerveza a la boca y le dio un largo trago.

—Yo lo pasaré enterito en el hospital, me toca guardia. —Se lamentó Raúl.

—Y yo iré de visita a casa de mis padres. —Comentó Enzo.

—Envíales mis saludos.

Y así lo hiso. Tomo el tren del sábado a las 8:00 de la mañana y para el medio día ya llevaba rato en aquel departamento. Estaban en la cocina mientras su madre cortaba la masa de la pasta con un cuchillo y su padre cocinaba la salsa para los mejillones. Sofía también ayudaba cortando vegetales para una ensalada, en cambio Casandra estaba sentada junto a la mesa con la mirada perdida y el ánimo abatido.

—Es que... de verdad no puedo creer lo que me cuentas. —Decía la chica. —No lo pude creer cuando me lo dijo mamá y tampoco puedo ahora.

—Yo sí. —La interrumpió Sofía con una sonrisa.

—Ella siempre fue tan linda y amable. —Continúo Casandra sin prestarle atención a su hermana. —A mí me trataba muy bien, y lo que nos dio para nuestro cumpleaños es prueba de ello.

Mis Noches ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora