Contigo 1

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—¿Tanto te sorprendes de verme que no vas a dejarme pasar? —Dijo Fátima al notar que Enzo se había quedado en blanco tras abrir la puerta.

—Ah... Claro, entra. — "¿Qué hace aquí? ¿Ahora como explicare esto?" Pensó él.

La chica camino hacía la sala de estar como si también viviera ahí.

—Feliz cumpleaños. —Los ojos de Fátima lucían alegres y llenos de cariño.

—Has venido. —Casandra reacciono con una sorprendida sonrisa y rápidamente se puso de pie para ir a abrazar a la exnovia de su hermano, dejando atrás a su grupo de amigas con la incógnita de quién era la recién llegada.

Él por su parte contemplaba la escena nervioso, deseando que el ambiente no se volviera extraño. Margarita salió de la cocina al escuchar una voz familiar, seguida por Lucía.

—Cariño, cuanto tiempo. Qué bueno verte. — Dijo Margarita.

—También me alegra. No podía perder la oportunidad de felicitar a las chicas. Las he extrañado muchísimo estos últimos meses, y a usted también Margarita.

—Que amable eres. Enzo por favor llama a Sofía para que venga a saludar.

Él solo se encamino hacia el pasillo y llamo el nombre de su hermana sin entrar en el, pues no quería alejarse mucho. Fue entonces que Fátima por fin se dio cuenta que Lucía también estaba ahí, y la miraba con una burlona sonrisa de satisfacción. 

—Lucía, no esperaba encontrarte aquí. —Fátima endulzo más su voz al hablar.

A Lucía se le cruzaron por la cabeza varias respuestas maliciosas, pero sabía que no era el momento ni el lugar para provocar a la chica pues debía seguir aparentando ser solo una amiga más de Enzo. Al final solo le respondió con una sonrisa lo más amable que pudo.

—¿Ya llego Mónica? — Se escuchó decir con entusiasmo a Sofía mientras que se acercaba al grupo, pero en cuanto vio a la rubia su actitud se volvió sombría. — ¿Qué haces aquí?

— ¿Qué no es obvio? No podía dejar pasar este día sin verlas y traerles algo lindo.

Fátima les entrego las pequeñas bolsas de regalo a las chicas, una para cada una. Casandra se emocionó y abrió la suya rápidamente, mientras que Sofía tomó la suya de mala gana.

Casandra no pudo evitar exclamar con emoción al sacar una caja con el logo de una importante marca joyera estampado en la tapa. Al abrirla encontró un hermoso adorno para el cabello en forma de coral color rojo, tenía incrustaciones de turmalina, y las puntas de los tallos eran adornados por pequeñas y brillantes perlas. La chica abrazó de nuevo a Fátima y le agradeció efusivamente.

—¿No abrirás el tuyo Sofía? —Le pregunto su madre.

—¿Para qué? Seguramente nos compró lo mismo a las dos... de nuevo. —Respondió la chica con fastidio.

—Ya verás que no. Este lo escogí especialmente para ti. —Le dijo Fátima.

—En ese caso... Toma Casy, puedes quedártelo.

Casandra miró a su hermana muy entusiasmada, pero la madre de ambas no parecía de acuerdo.

—Sofía, no seas grosera. —Le dijo su madre molesta.

La chica intento dulcificar la voz antes de hablar para evitar que Margarita lo tomara a mal.

—No intento ser grosera, pero sabes que no me gusta conservar cosas que no necesito. Además Casy le dará un mejor uso que yo.

—No se preocupe Margarita, no me ofendo. Después de todo ya conozco bien lo especial que es Sofía para estas cosas. —Fátima habló con una tenue amargura en su voz y volteo a ver a la chica como si fuera alguien a quien tenerle compasión. Sin embargo esta no dio señales de sentirse afectada.

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