Durante los siguientes días Enzo pudo comenzar a conocer a una Lucía que no se había imaginado que siempre estuvo ahí. Era mucho más abierta al hablar, ya no se medía, a veces lloraba sin motivo y sin decir nada ni hacer ruido. Él solo la abrazaba y besaba sus lágrimas, no se daría cuenta de cuándo fue la última vez que lo hizo ya que de a poco se fueron quedando atrás. Ahora era raro el día en que no contaran anécdotas de su infancia, de sus mascotas y su familia. Pasaban algunas noches caminando por los parques hablando de cómo se habían hecho viejas cicatrices ya casi desvanecidas o de emocionantes aventuras en el patio de la escuela. Cada vez la sonrisa de Lucía era más amplia y sus ojos se veían más brillantes, mientras que Enzo podía sentir que a su corazón lo invadía un agradable calor cada que los miraba.
Aquel día, a media tarde, era especialmente caluroso y sofocante. Enzo sentía como si su cuerpo se cocinara bajo la toga azul marino, y aunque odiaba como se le veía el birrete por lo menos lo cubría un poco del sol. En ese momento la explanada era un caos de padres y alumnos que intentaban encontrar su lugar para la ceremonia. Hacía ya rato que había perdido de vista a su familia, pero estaba seguro de que su padre le tomaría fotos furtivamente.
— ¿Nos sentamos juntos? —Al voltearse Enzo vio a Bruno, su blanco rostro estaba enrojecido por el calor y gotas de sudor bajaban por sus cienes.
Aunque la relación con sus amigos había sufrido un duro golpe la noche en que Lucía se fue, Bruno nunca se alejó del todo. Ya no hablaban tanto como antes, pero ambos parecían dispuestos a evitar que las cosas siguieran igual de incomodas.
— ¿Listo para ser horriblemente esclavizado? —Pregunto Enzo mientras se encaminaban a las hileras de sillas dispuestas para estudiantes.
Bruno rio entre dientes.
—Claro que no. Me voy a escapar. Ahorre suficiente pasta para recorrer el mundo un par de meses. ¿Y tú?
—Igual, Lucía y yo nos iremos de vacaciones. — Ambos encontraron lugar junto al corredor improvisado. —Y... ¿Fátima vendrá por su diploma?
—No lo creo. —Comenzó Bruno. —Está muy ocupada yendo a terapia con su psiquiatra. Si falta a alguna mi padre demandará al suyo.
— ¿Psiquiatra? ¿De verdad?
—Lo juro. Hasta donde sé ya la diagnosticaron y si mal no recuerdo la palabra "psicópata" fue mencionada varias veces.
— ¡Mierda! No puedo decir que me sorprende, la verdad.
—Ni a mí.
Su plática fue interrumpida por la voz de un profesor resonando en las bocinas. Dio inicio una ceremonia larga e incómoda con un intento de discurso motivacional muy poco original. El rostro de la mayoría de los presentes expresaba lo mucho que deseaban irse de ahí. "¿Cómo se le ocurrió a la escuela organizar la graduación de esa manera?" se decían.
Lucía, Sofía y Casandra se habían alejado un ratopara comprar botellas de agua helada en una cafetería cercana. Caminaban devuelta bajo una sombrilla purpura que Sofía sostenía para cubrirse del sol;cuando estaban a punto de entrar de vuelta al campus Casandra reconoció a alguienen la distancia.
— ¡Mónica! Por aquí. —Gritó.
Mónica las saludó alegre pero entre más se acercaban a ella su rostro se torció en una mueca de incomodidad.
— ¿También es hoy tu ceremonia? —Le preguntó Casandra.
—No, es mañana. Solo pasaba a saludar. —Volteo a ver a Lucía pero no pudo sostener su mirada así que intento disimular.
Sofía lo notó y observo detenidamente a ambas, mientras su hermana continuaba la conversación completamente ajena a la situación.
—Un momento. ¿Siguen con lo mismo? —Dijo Sofía por fin. — Mónica eres de nuestras mejores amigas, y Lucía ahora es familia, así que arreglen esto de una vez.
Precio darles un momento para decir algo pero al notar que ninguna de las dos tenía intención de decir una palabra, continuo.
—Mónica. ¿Te arrepientes de haber juzgado mal a Lucía? —Mónica asintió con la cabeza aun con la sorpresa en sus ojos. — Y Lucía ¿Aceptas que debiste haber sido honesta con todos?
—Sí, claro que sí.
—Bien, pues ya está. Vámonos antes de que nos perdamos de lo importante.
Comenzó a caminar decidida rumbo a la explanada, su hermana la siguió de cerca; y antes de avanzar Lucía y Mónica se miraron una a la otra con apenadas sonrisas en sus rostros. Ambas haciendo un acuerdo silencioso de no volver a tocar aquel tema tan problemático.
Llegaron justo a tiempo para ver a Enzo y Bruno recibir sus diplomas y estrechar la mano de cada uno de los profesores. Ambas aplaudieron y vitorearon escandalosamente, haciéndole difícil la competencia a cualquier otra porra que hubiera acudido aquel día. Terminaron con la garganta adolorida y un poco roncas por el entusiasmo.
Entre palabras de felicitación y ánimo las familias se fueron reuniendo y comenzaron a alejarse. Enzo pudo ver a Bruno acercarse a un hombre maduro, casi tan alto como él. Llevaba puesto un traje gris y tenía una mirada severa en el rostro. Cuando estuvieron de frente solo estrecharon sus manos formalmente; sin duda era su padre. Por un momento Enzo sintió algo de lastima por su amigo.
Sin embargo sus pensamientos no llegaron muy lejos pues fueron interrumpidos por un gritillo a sus espaldas. Lucía rodeo su cuello con los brazos y comenzó a darle decenas de besos en las mejillas. "Felicidades" le repetía una y otra vez.
—Ahora eres oficialmente un adulto. —Le dijo la chica.
—Pensaba que ya lo era.
—No, la edad legal para tomar no cuenta. Ahora viene el trabajo, pagar impuestos y todas otras responsabilidades que una vida adulta trae consigo. —Ella le sonrió y volvió a besarlo.
—Mierda. No sé si me agrade todo eso. ¿Y si mejor hago un posgrado y me mantienes mientas tanto? —Fingió una mirada suplicante muy poco convincente.
—Que gracioso. ¿Estás listo para conocer México?
—Mientras sea contigo, todo contigo.
Se acercó más a ella para besarla en los labios pero las voces de su familia aproximándose le interrumpieron. Lo felicitaron entre abrazos y risas, asegurándole que su vida cambiaría a partir de ese día. Él ya lo había pensado y planeado cientos de veces en su cabeza y ahora sabía que no podía ser más perfecto. Tomó la mano de Lucía con firmeza decidido a continuar el camino juntos.
Gracias por leer hasta aquí.
Y gracias a mi amigo Ricardo por echarme porras todo el camino.
Estoy pensando hacer una segunda parte con Bruno como protagonista. Pero eso vendrá después, por ahora dejare descansar a estos personajes un tiempo.
Y es que llevo estos últimos meses desarrollando una historia de fantasía romántica épica, y me muero por comenzar a escribir el primer capítulo.
Por cierto tenemos un podcast literario, se llama "Libros y Spoilers" y nos encentran en Spotify y Google Podcast.
Y en Instagram estoy como Elizabeth_entreletras, por si quieren conocerme.
De nuevo muchas gracias por leer.
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Mis Noches Contigo
Teen Fiction"El amor es el anhelo de preservar el objeto querido" Z.B. Resulta complicado entender las motivaciones que hacen que amemos a ciertas personas, y aún más complejo resulta el entender los porque surgidos ante una ruptura. Tanto así que nos aferramo...