Esa tarde Enzo se sentía más alegre que de costumbre, estaba relajado, había sido un día agradable y esa semana solo tenía pendiente un proyecto con colegas que le agradaban mucho. Comió con ellos en un bar de tapas a unas calles de la universidad mientras se ponían de acuerdo y repartían el trabajo. Pero ahora todo estaba en calma, sus compañeros ya se habían ido y los murmullos en el local apenas eran un suave rumor en el fondo.
Él estaba sentado en una mesa a unos pasos de la ventana, tenía delante los últimos sorbos de un refresco de toronja en un vaso de cristal y su portátil. Aún faltaban veinte minutos para la hora en que Lucía le dijo que llegaría y él prefería aprovechar ese tiempo adelantando pendientes.
Quedaban solo cinco días para que ella se fuera; extrañamente la última semana parecía mucho más alegre, como si le hubiesen contado un chiste que solo ella entendía. Enzo quería pensar que la idea de volver a casa y ver a su familia la entusiasmaba, aunque realmente nunca le dijo si volvería a México o si iría a otro lado, de hecho no le dijo gran cosa sobre nada. Pero estaba bien, le dolía pero hace mucho que lo había aceptado, así era ella.
Lo que realmente le preocupaba era que una vez que se fuera solo tenía el número que usaba en España para contactarla. Siempre negó tener redes sociales, decía que eran frívolas, superficiales y una pérdida de tiempo. Para él eso siempre le había sonado a excusas, pero no quería indagar en las razones pues la verdad es que en el fondo temía saberlas. Había decidido que esos últimos días juntos haría lo que estuviera en sus manos para que valiera cada momento y luego se despediría de ella como un buen amigo.
Se enderezó en la silla y comenzó a mover los hombros para alejar la sensación de tensión en la espalda. De verdad no quería pensar en eso, estaba teniendo un muy buen día como para arruinarlo pensando en secretos, amores y despedidas. Puso una mano en su frente y cerró los ojos un momento, quería vaciar su mente para volver a concentrarse en lo que estaba haciendo. Pero escucho que alguien arrastraba la silla frente a él y se sentaba, cuando abrió los ojos se encontró con una hermosa e inocente sonrisa.
— ¿Estas bien? Te vez cansado. —Fátima le miraba desde el otro lado de la mesa, su cabello suelto y salvaje, mientras que su mirada era amable y relajada.
—No, para nada. Solo quiero terminar esto. —Volvió a concentrarse en la pantalla de su portátil, esperando que ella comprendiera la indirecta.
—Esta mañana me cruce con Mónica, perece que esta con mucho mejor ánimo. Aunque no podría decirlo con certeza, como siempre Sebas la acaparaba por completo.
—Me alegra oírlo.
Ella torció la boca al notar la falta de interés de Enzo en la conversación, miro hacía las otras mesas vacías y tomo un menú olvidado en una de ellas.
—Creo que me pediré algo. ¿Qué tal están los calamares aquí? —Él no le contesto y ella exhaló algo molesta. De verdad que estaba intentando ser amable. —Sabes, no entiendo porque Mónica, o cualquiera otra persona, hace tanto drama por una ruptura. Digo, no es como si hubiera perdido una pierna.
Fátima sonrió detrás del menú al notar como Enzo le dirigía una mirada molesta, parecía que había logrado captar su atención.
— ¿A qué viene eso? —Pero lo que a él realmente le hubiese gustado decir era "¿Por qué me dices esto a mí?" pues aquellas palabras tenían toda la pinta de un ataque.
—A nada realmente, es más bien como una queja al universo. Dijiste que somos amigos, este es un tema que me pareció podía hablar con un amigo. Y es que las personas son tan lloronas. ¿Así ha sido siempre o es cosas de nuestra generación? Se pasan semanas o meses deprimidos y encerrados pensando en alguien que ya lo supero, y que muy seguramente ya tiene a alguien mejor, en lugar salir a hacer lo mismo.
ESTÁS LEYENDO
Mis Noches Contigo
Teen Fiction"El amor es el anhelo de preservar el objeto querido" Z.B. Resulta complicado entender las motivaciones que hacen que amemos a ciertas personas, y aún más complejo resulta el entender los porque surgidos ante una ruptura. Tanto así que nos aferramo...