Altagracia Borja Palacios, llegó a la mansión de los Leduc Borja, como era conocida la finca, ella había salido de ésta, hacía varios años, no sin antes jurar que no volvería a pisarla al menos que su esposo el señor Maximiliano Leduc, estuviera muerto, ese día había llegado.
Al entrar a la mansión sus ojos recorrieron la estancia, todo lucía igual que cuando ella vivía ahí, los muebles se mantenían en el mismo lugar, las paredes lucían el mismo color de pintura que ella había elegido, cuando llena de ilusión, decoraba la casa en la que, creía, que iba a envejecer junto a su marido.
Pasó a la sala principal, y ahí colgado en una de las paredes, se encontraba un retrato pintado al óleo de ella, que su marido había mandado hacer luciendo el mis atuendo que lucia el primer día en que Max la conocido, el encargado de esa tarea, había sido un famoso pintor mexicano, ella pasó varios días modelando para el pintor, bajo la atenta mirada de su hoy difunto esposo, todo lucía impecable, subió a la habitación por la elegante escalera que conducía a la planta alta donde se encontraban las doce habitaciones que conformaban la casa, paso a la recamara principal donde yacía el cadáver de su aún marido, ya que él nunca le concedió el divorcio, no dejo de impactarse al ver al único hombre que había amado en su larga vida, aún después de su separación, su cadáver yacía en la alfombra blanca con dibujos de flores que cubría el piso, tal parecía que su marido estaba acostado en un lecho de flores.
En la habitación había un caos, dos policías cuidaban que no se tocara nada, un doctor examinaba el cuerpo inerte para dictaminar si el señor había fallecido de muerte natural o había sido asesinado, también se encontraba un agente del ministerio público para dar fe del hecho y algunos periodistas, que no se sabe cómo diablos se enteraron de la desgracia, éstos fueron los primeros que llegaran a invadir la privacidad de la honorable familia.
Pero ¿Qué fue lo que paso con Max?
Martes santo, el señor Maximiliano está descendiendo de su lujoso automóvil, ayudado por su chofer y su hija menor Carlota, en esos momentos llega Nazario a visitar a su viejo amigo, éste lo saluda cordialmente.
─Hola Max, ¿cómo estás?
─De la patada, le pido mucho a Dios que ya se acuerde de mí, esto no es vida.
─No te vengas abajo, todavía te queda mucha vida por delante.
─Ay amigo no me quieras tanto, si te sintieras como me siento, no me desearías larga vida.
─Vamos amigo, te ayudo.
El chofer le sede su lugar a Nazario, los dos se adentran por el extenso jardín hacia la entrada principal de la casa, suben hasta la recamara de Max por el elevador, que recientemente Carlota mando instalar para que su padre pudiera subir y bajar para evitar que sufra una caída, se instalan cómodamente en un par de cómodos sillones que adornan la habitación, charlan amenamente, ellos son amigos desde sus tiempos de universidad, desde que Max enfermó, Nazario lo visita más a menudo y cuando no puede ir, lo llama por teléfono para enterarse de su estado.
Miércoles Santo
Nazario llamó a su amigo Max por teléfono, como lo hace cuando no puede ir a visitar a su amigo.
─Hola Carlotita ¿Cómo está Max?
─Estoy muy preocupada, está muy decaído, no quiso desayunar, todo el día se ha pasado durmiendo, ya le avisé a Ángel para que venga a revisarlo, me dijo que mañana en la mañana llega de Morelia (Ángel ex esposo de Carlota reconocido médico geriatra). Ya no sé qué hacer, ya corrió al enfermero que se queda a dormir, hable a la agencia y están por mandarme a otro, Imagínate si le pasa algo en la noche y el solo.
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Conflictos,
DiversosLa mayoría de las personas creemos que el camino de la vida de la gente adinerada es muy fácil, pero nada más alejado a la verdad, también ellos encuentran en su camino, lagrimas, enfermedad y muerte. Leduc Virreyes y Borja Palacios, son los ilustr...