parte 2

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Disculpen la gran tardanza de este capítulo, pero no estoy acostumbrado a escribir esta clase de contenido, demasiadas revisiones y correcciones... Mis disculpas...
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Ainz siempre fue un virgen, toda su vida jamás había tenido una pareja, no tenía experiencia alguna con las chicas, y lo poco que sabía, era solo por el pervertido de su amigo, aquel hombre que era la personificación de la lujuria, cosa que no era para nada una buena fuente de información.

Él no tenía experiencia más allá de la autocomplacencia a la que llegaba cada ciertos días, observaba en esas páginas para adultos, a mujeres hermosas, mujeres a las que él nunca podría llegar, o eso pensaba que seria.

Pues ahora, tenía frente a él, a una belleza más grande que las de aquellos sitios para adultos, más hermosa que las idols de su mundo, era una belleza que él pensó, nunca podría ver en persona, pero ahí estaba frente a él.

Aquella belleza estaba frente a Ainz, el cual, no había movido un solo musculo desde que apareció en su habitación.

Estaba asustado, o mejor dicho hipnotizado, por la belleza del cuerpo de Albedo, la cual, casi se lanzaba hacia él, pero ahora, estaba sobre la alfombra roja de la habitación.

Sus manos y cabeza se reposaban sobre la alfombra, y sus grandes pechos parecían asomarse entre las aberturas que dejaba su cabeza y los brazos, como si temieran a Ainz. Y sus caderas y trasero se encontraban elevados, brillando por las luces, y aquellas alas negras parecían temblar.

-¡lo lamento mucho! –dijo suplicante. -¡le he causado una gran falta! ¡y ahora cause este desastre!

Ainz era incapaz de separar su vista del hermoso y desnudo cuerpo de Albedo, se sentía atraído por ella, y por fuerza de voluntad, logro desviar su vista, observando la cama de su habitación.

La cual se encontraba hecho un completo desorden, las sabanas arrugadas y húmedas por los fluidos de Albedo, y las almohadas que parecían estar cubiertas de baba y demás líquidos, el aroma que se había impregnado en ellas, llego a la nariz de Ainz.

“! ¿qué fue lo que hizo?!” –se preguntó internamente mientras volvía a ver el cuerpo de Albedo.

-¡por favor! ¡perdóneme! ¡no era mi intención causar esto! –grito Albedo, alzando su rostro.

Las lágrimas caían de sus hermosos ojos amarillos, recorriendo sus mejillas hasta caer en sus grandes pechos.

Ainz sintió su corazón dar un enorme salto al ver su rostro, y ver como sus pechos se mecieron, brillantes y mojados por el sudor de Albedo, y esas aureolas rosas que daban destellos por la tenue luz del candelabro.

Aquellos pechos parecían temblar al ser observados por Ainz, y las lágrimas que caían del rostro de Albedo terminaban en ellos, como si fueran ellos mismos quienes lloraban, mientras Ainz apenas hacia caso de la voz que le llamaba.

-¡no hay ninguna excusa que pueda dar! ¡lo que he hecho fue algo horrible! –siguió llorando.

Ainz se sintió hipnotizado por esos hermosos ojos amarillos, eran demasiado hermosos y deslumbrantes, sentía como su cuerpo se hacía pesado, como su corazón latía con rapidez, y a su vez, como algo comenzó a crecer, algo que le hacía falta y que ahora había recuperado.

Se dio cuenta de lo que le estaba pasando, sentía como su recuperado miembro empujaba la enorme túnica que le cubría, como si buscara liberarse.

“!esto es malo! ¡es muy malo!” –se gritaba internamente.

No sabía qué hacer, sentía que podría hacer una locura, necesitaba alejarse de Albedo, que saliera de su habitación, pero una extraña voz resonó en su cabeza.

Overlord: a media luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora