-Ainz-sama...
Albedo se encontraba sobre la cama de su amo, su respiración estaba un poco agitada, sus grandes pechos se movían levánteme por su respiración, y ella, se encontraba asustada, pero a la vez estaba expectante, excitada.
Y vio cómo su amo, que se encontraba en las orillas de la cama, con aquellos hermosos ojos carmesí, se movió sin perderla de vista. Albedo observo cada parte del hombre al que amaba.
Vio su pecho, sus brazos, sus piernas, su rostro que parecía perdido en ella, y sobre todo su miembro palpitante, observo cada detalle de su cuerpo, y su movimiento, hasta terminar encima de ella, colocando sus caderas cerca suyo, a la altura de sus rebosantes pechos.
Y vio como el miembro de su amo, se encontraba en medio de ellos, como si buscara un refugio, uno que ella con gusto le daría.
A pesar de no tener experiencia en el sexo, sabía bien lo que debía hacer, y lo que su amo quería.
Albedo tomo sus senos, y con ellos envolvió el pene de su amo, lo presiono entre sus grandes gemelos, arropándolo casi por completo, podía sentir el calor que este emanaba entre ellos, y pronto, su señor comenzó a moverse.
Los movimientos de Ainz eran algo lentos, retrocedía antes de avanzar y hacer chocar sus caderas con los pechos de Albedo, y el fuerte sonido de aquel choque de sus cuerpos y sus respiraciones pronto llenarían la habitación.
Ainz dada leves quejidos al moverse y embestir aquellos suaves pechos que lo envolvían, mientras Albedo soltaba ligeros gemidos al son de las embestidas que recibía.
Alzaba levemente su vista, no solo para apreciar a su amo, sino también a su pene, el cual se acercaba a su rostro con cada embestida, podía sentir levemente como la punta de su miembro estaba próximo a chocar con su cara, y con ello, Albedo abrió su boca.
Y la punta de su miembro, terminaba dándole pequeños roses a la viscosa lengua de Albedo.
Aquella lengua se movía con leve lujuria con cada embestida de Ainz, dándose pequeños "besos" con la punta del miembro de su amo, le encantaba poder sentir aquella calidez que envolvían sus pechos, y el ligero sabor que disfrutaba de la punta, junto al olor que penetraba su nariz.
-Ainz-sama... -murmuro Albedo a la par que movía su lujuriosa lengua.Ainz pronto fue embistiendo con más fuerzas aquellos pechos de la coordinadora, su respiración se fue agitando más, y su miembro palpitaba con cierta fuerza y sus cuerpos fueron sudando.
Albedo, que podía sentir aquel pulsar entre sus carnes, presiono sus pechos con más fuerza, acerco más su cara devorando la punta de su señor, el cual escapaba antes de volver a su interior en un obsceno ruido.
Podía sentirlo, sabía que pronto Ainz volvería a correrse, y una vez más... no pensaba desperdiciar ni una gota.
-¡Ainz-sama! -dijo devorando la punta por completo, presionándola con sus labios, y sintió, como su amo nuevamente soltó su esencia dentro de su boca, aunque un poco termino escapando de sus labios hacia su cuerpo.
Aquella cálida sustancia recorrió su garganta, el agrio sabor inundo su boca y mente, y con gusto, sin dejar escapar a aquel miembro, succiono con agresividad, buscando que su amo soltara lo más posible de su esperma.
-¡Mierda---Albedo! -dijo exaltado Ainz al sentir como su miembro era devorado.
El placer de poder estar dentro de aquella húmeda y viscosa boca le encantaba, era algo que nunca había sentido en su vida, y no quería que la coordinadora se detuviera. Avanzo un poco más, presionando los suaves pechos de Albedo entre ambos cuerpos, y su miembro fue inundando la garganta de aquella hermosa mujer, que en obscenos ruidos aceptaba ser invadida.
El obsceno ruido de la succión de Albedo estaba presente, inundando los oídos de Ainz junto a sus sensuales quejidos de placer, de cierta forma endulzaba su mente, y una voz que le decía dentro suyo... que eso era una recompensa que podía disfrutar todo el tiempo que quisiera.
Pronto, fue alejándose, y su miembro fue saliendo de la boca de Albedo, dejándolo libre en un último sorbo de su sabor.
-Ainz-sama... gracia---¡!
La voz de Albedo fue cortada, pues su boca fue llenada por el miembro de Ainz nuevamente, sentía como recorría dentro suyo, chocando con las paredes de su garganta, y el amo de la tumba, comenzó a embestir su boca.
Ainz se encontraba perdido, mientras que Albedo estaba más que excitada al sentir como su garganta era golpeada con fuerza por el miembro de su amo, y sus quejidos de lujuria se presentaban.
"lo que estoy haciendo está mal... es la hija de Tabula-san..." -se recriminaba Ainz en su mente.
Sentía que estaba mancillando a la preciada hija de su compañero, de su amigo, algo en lo que él había dedicado tanto tiempo creando, sintiéndose orgulloso de su creación al verla finalizada, al igual que las de sus otras dos "hijas". Y ahora él se encontraba usando a esa creación para complacerse...
"mierda... mierda... mierda..." -se decía a sí mismo, pero no podía parar de embestir la garganta de Albedo, no quería hacerlo, quería seguir sintiendo como su miembro era devorado por la coordinadora, sentir como aquella húmeda boca le recibía con gusto y deseo.
Y una vez más, Ainz eyaculo dentro de su boca.
Podía escuchar esos ligeros gemidos de Albedo, podía escuchar como ella buscaba poder tener hasta lo último de él, como su garganta era inundada con su esencia y lo tragaba gustosa...
Una vez más, Ainz fue separando su cuerpo del de Albedo, aunque aquella boca no quería separarse de aquel pene, dándole un "último" beso.
Ainz se dejó caer hacia atrás en su cama, respirando de forma agitada por haberse corrido por segunda vez en la coordinadora, mientras que ella se relamía los labios, buscando el sabor de su amo mientras suavemente deslizo sus manos en sus pechos; que habían quedado sudados ante la acción de su señor y parte del líquido blanco.
Sus hermosos ojos amarillos brillaron en amor, y vio cómo su señor se encontraba algo agitado, pero su miembro aun parecía mantener sus energías.
"maldición... ¿en serio? ¿ya fueron dos veces y aún estoy así?" -pensó Ainz al ver cómo, a pesar de estar agotado tras haberse corrido gracias a Albedo, su erección no bajaba, dejando en claro la fortaleza de un jugador de nivel 100.
"no puedo creer que realmente he hecho eso..."
"no fue tan malo... ¿verdad? No hay nada de malo en esto" -se escuchó aquella voz en su cabeza.
"vamos... no debes porque preocuparte por algo como eso. Ellos ya no están aquí, solo estas tú, tú fuiste el único que se quedó aquí, el único que tiene el derecho de tomar aquello que hay en la tumba... de tomarlas a todas ellas...
Todo eso... te pertenece... es tu recompensa por todo... todo es tuyo..."
Aquella voz una vez más se hizo presente, otra vez en sus momentos de dudas y arrepentimiento, sentía que aquella voz quería lavarle el cerebro, que quería convencerlo de hacer algo que en su corazón que tanto añoraba a sus compañeros no quería, sentía que aquella voz quería hacerlo mancillar aquellos hermosos recuerdos.
"por favor... para..." -lamentaba Ainz en su mente, quería que aquella voz parara... en parte se arrepentía de haber usado ese ítem... preguntándose porque su amigo Peroroncino lo había creado...
"para... para... ¡por favor detente...!" -exigía a aquella voz, pero también a sí mismo.
-Ainz-sama...
Escucho la hermosa voz de Albedo llamándolo, este dirigió su vista, y vio como ella se había colocado en cuatro, alzando su gran trasero hacia él, moviéndolo de lado a lado, llamándolo.
-por favor... Ainz-sama... hágalo... -decía Albedo deseosa de que su amo la tomara ahí y ahora, el solo pensarlo hacia que su vagina comenzara a humedecerse de nuevo, y su liquido comenzara a caer.
-por favor... hágame suya... Ainz-sama...
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Overlord: a media luz
FanfictionTrás un incidente con un extraño ítem dejado atrás por uno de sus compañeros, Ainz termina obteniendo nuevamente un cuerpo humano. Un cuerpo humano que terminará por caer ante la lujuria al verse rodeado de las grandes bellezas de la Gran Tumba de...