Albedo estaba encantada por ser tocada por las manos del hombre que tanto amaba, el poder sentir como su amo jugueteaba con su cuerpo y hacia lo que sus instintos le dijeran le alegraba demasiado.
Pero eso no era suficiente para la súcubo, ella quería más, quería que su amo la tomara por completo, sentir aquel carnoso miembro entrar en su cuerpo, marcándola para siempre, convertirse en su compañera, amante o esposa, quería serlo todo para el… y sus dorados ojos se deslumbraron al ver como Ainz se fue acercando a su cuerpo, y aquel miembro apuntaba a su húmeda entrepierna…
En respuesta a los movimientos de su amo al acercarse, Albedo alzo un poco su trasero, dejando a Ainz observar su hermoso cuerpo en todo su esplendor, el cual solo mostro una ligera sonrisa.
“!va a hacerlo! ¡va a hacerlo!” –se decía extasiada en su mente.
Ainz por su parte, estaba nervioso, nunca había estado con una mujer, nunca había tenido sexo, y ahora se disponía a tomar a la coordinadora como su primera experiencia, pero, aun así, estada decidido a hacerlo.
Aquel miembro toco la suave y húmeda carne de la vagina de Albedo, ambos lograban sentir el calor del otro en los ligeros roces de sus partes íntimas, y ambos sabían que solo se podía hacer una cosa.
Pronto, el miembro de Ainz comenzó a abrirse paso entre el interior de Albedo, haciéndola soltar pequeños gemidos dolorosos al sentir a su amo dentro suyo, así como un enorme escalofrió recorriéndole el cuerpo, que pronto se fue convirtiendo en placer…
Ainz se había detenido, pues aun no entraba por completo, pero la sensación de poder estar en el interior de una mujer tan hermosa era demasiado, así como la calidez y humedad de Albedo, respiro profundamente, antes de empujar con fuerza.
-¡ah! –grito Albedo al sentir como su amo comenzaba a golpear su interior.
Moviendo su cuerpo con un ritmo errático, Ainz fue golpeado el interior de Albedo, la carne chocando con carne, en sonidos algo fuertes, abriendo su interior con cada embestida mientras sentía como las paredes de la coordinadora lo estrujaban, como si quisiera que no escapase.
Albedo soltada gemidos llenos de placer, sus pechos brincaban al ser embestida y gotas de sudor se separaban de su cuerpo, el sonido no solo de su trasero siendo golpeado resonaba, también el de sus senos que chocaban entre ellos, fueron inundando la habitación.
-¡Ainz-sama! ¡Ainz-sama! –llamaba a su amo.
El cual sentía escalofríos por la parte baja de su cuerpo y espalda, la humedad del interior de Albedo le envolvía, lo hacía perderse en un placer que no había experimentado, y le encantaba.
El sonido de las carnes chocando y los gemidos de la coordinadora se combinaban, penetrando en los oídos del amo de la tumba, el cual, fue moviéndose con más fuerza. Marcando la piel.
Albedo se encontraba en una ola de éxtasis, sentía como su interior era golpeado por su amo, y una sensación que le recorría todo el cuerpo, tensaba sus músculos que temblaban, sus dedos por igual, su espalda se ponía rígida, y sus pezones que se endurecían, y su vagina, se fue humedeciendo en grandes niveles.
Con cada choque, Albedo soltaba fluidos que se pegaban en su piel y la de su amo, y el sonido de viscosidad que generaban, casi fueron opacando los gemidos de la súcubo.
-¡Ah! –soltó un pequeño grito, su trasero estaba siendo golpeado por la mano de Ainz, al parecer, el azotar sus carnes parecía que era algo que le estaba encantando, al punto de hacerlo en gran parte del tiempo que llevaban.
Siendo penetrada y azotada, los gemidos se volvían más fuertes, los ojos dorados parecían lagrimar, mientras su cuerpo se tensaba, y su rostro se hundía en las almohadas. Pero Ainz no le permitió eso.
La coordinadora sintió como su cabello era tomado, y con ello, su cabeza era alzada a la fuerza, haciéndola separase de las almohadas. Sus gemidos se hicieron más fuertes, el sonido de su trasero chocando con el cuerpo de Ainz se hacía fuerte, su interior siendo invadido por aquel carnoso miembro que parecía temblar.
-¡Ainz-sama! ¡A--- Ainz—sama…! –llamaba con una voz que se entrecortaba con cada embestida de su amo. Y por aquella gran sensación… la coordinadora alejo aquel nombre. -¡Momonga-sama!
Ainz por su parte, se había sorprendido por ser llamado por aquel nombre, uno que había alejado con el fin de hacer que el nombre que lo representaba junto a sus amigos se hiciera escuchar por el mundo…
Pero ser llamado por aquel antiguo nombre lo hizo sentir bien, como si las acciones que estaba cometiendo fueran más personales de lo que ya eran…
-¡Momonga-sama! ¡Momonga-sama!
El cuerpo de Momonga se fue moviendo con más fuerza, causando grandes sonidos al chocar con el trasero de Albedo, cuyas alas parecían bailar, y solo por curiosidad, soltó el cabello oscuro de la coordinadora, y aprisiono aquellas alas negras entre sus manos, haciéndola soltar pequeños gemidos y gritos.
-mo-monga…sama… -decía débilmente, al ser tomada de sus alas, se sentía aprisionada, sometida, era una sensación que la fue llenando de lujuria, y por alguna razón, de incomodidad, pero el placer que le recorría era mayor.
Momonga sentía su cuerpo entumirse ligeramente, y sudor frio recorrió su espalda hasta caer a las sabanas, su cuerpo se sentía más caliente, y su miembro, sabía bien lo que estaba por hacer, y Albedo también.
-¡Ah! ¡Momonga-sama!
Sus cuerpos chocaron, Albedo movía su trasero con frenesí hacia adelante y atrás, al igual que su amo, el cual, estaba llegando a su límite, y pronto, lo sintió.
Sintió como el espeso liquido de su amado se vertía dentro suyo, como la esencia de Momonga buscaba inundar su interior, y se sentía maravillada, contenta y extasiada al sentir aquel cálido líquido.
Aun en contra de sus deseos, Momonga se había separado del cuerpo de Albedo, y su miembro se alejó de la húmeda vagina de la guardiana. Se había sentado, su cuerpo se sentía un poco cansado, al igual que su mente, pero su miembro aun no parecía perder energía.
En cierto sentido le aterraba la fortaleza de su cuerpo, pero por otra, por su vaga o nula experiencia, sentía que el durar más, era algo bueno o le alegraba.
Sus ojos carmesíes observaron la vista frente a él, aquel hermoso cuerpo que gustosamente se había entregado a él, aquel trasero cuya piel brillaba por las tenues luces de su habitación, empapada en sudor y los fluidos que salían de la guardiana, así como su vagina, y los pechos que se asomaban entre los espacios que sus piernas abiertas, y si bien, no podía ver su rostro, era capaz de escuchar la respiración de Albedo.
¿lo abre hecho bien? ¿no fallo en algo? Dudas quizás absurdas comenzaron a inundar su mente mientras mas veía el cuerpo de la coordinadora.
“realmente lo hice… pero no es malo… ¿verdad? Ninguno de ellos está aquí, así que puedo hacerlo las veces que quiera… puedo tener a Albedo todo el tiempo que yo quiera, las veces que quiera…” –comenzó a pensar, comenzaba a sentirse molesto, pero decidió ignorar esos pensamientos negativos.
-Momonga-sama…
Momonga salió de sus pensamientos, y vio como la súcubo coloco su rostro al lado de su miembro, aquellos ojos dorados miraron a los carmesíes llenos de lujuria, acompañada de una sonrisa.
-debo seguir atendiéndolo… debo remediar mis actos de hacer un desastre en su habitación… -dijo mientras pasaba su lengua por el miembro de Momonga, recorría el largo miembro, limpiándolo de cualquier rastro de sus fluidos, y de un momento a otro, llego hasta la punta, la cual quería devorar otra vez, aun sentía aquella espesa esencia en su vagina y estómago, pero quería más…
Quería seguir disfrutando de su amo, y que el disfrutara de su cuerpo…
-espera. –pero Momonga la detuvo.
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Overlord: a media luz
FanfictionTrás un incidente con un extraño ítem dejado atrás por uno de sus compañeros, Ainz termina obteniendo nuevamente un cuerpo humano. Un cuerpo humano que terminará por caer ante la lujuria al verse rodeado de las grandes bellezas de la Gran Tumba de...