Los encargados del Orfanato escogían el día con menos labores en el caserón, decidían llevar a los niños a un paseo por las plazas del reino. Los más pequeños llevaban una guardia de tres encargados, y los mayores de once iban en grupo con Miss Catia y Miss Bethanna.
Solían darle a cada pequeño una bolsa con diez nobles, ganadas por buena conducta o ayudando en los quehaceres del hogar, lo que les permitía comprarse uno que otro juguete o golosinas.
Beck, Enrico y Paco eran vistos como otros encargados, ya que eran los más mayores, Miss Catia confiaba en ellos los suficiente como para dejarlos dar unas vueltas lejos del grupo.
El grupo se encontraba en medio de los bazares, Enrico se había ido a revisar unos locales a lo lejos, y Paco asistía a Miss Bethanna con algunas bolsas de compra.
Beck se colocó en la cola del grupo y supo que algo, más bien alguien, hacía falta. Sus ojos escudriñaron, con detenimiento, cada cabeza, y entonces cayó en cuenta de que la caperuza estaba ausente.
Sin decir nada a Miss Catia, se paseó por cada bazar, buscando alguna pista de la capa de Gina, fue entonces cuando cruzó por un callejón estrecho, que escuchó a unos niños hablando.
-Nunca te quitas la capucha, ¿Por qué no lo haces?
-Me pregunto que traerá debajo de ella, que oculta- murmuró un niño con voz maliciosa.
-Mi cabeza, que trae un cerebro, y no quiero que niños estúpidos como ustedes me lo roben- pronunció la voz ronca.
Uno de los niños lanzó un escupitajo al suelo y empujó a Gina, el otro se paró detrás de ella e intentó bajarle la caperuza, las manos enguantadas de Gina subieron de inmediato para evitar ser destapada.
Beck se dirigió hacia a ellos, y carraspeó para que notasen su presencia.
-¿No tienen nada mejor que hacer, señores?- espetó con la voz más grave que podía hacer.
Los niños alzaron las manos y al instante salieron corriendo. Beck observó a Gina y le tendió la mano, ella meditó unos segundos, y la tomó. Beck la impulsó para ponerla en pie, en el acto, tres bolsas marrones cayeron de la caperuza de Gina.
Beck no pudo evitar notar que aquellas bolsas contenían diez nobles, cada una. Gina se agachó a recogerlas, tranquila, y volvió a guardar las bolsas en su caperuza.
-Son mis ahorros- murmuró con toda calma.
-¿No has gastado ni una sola moneda en todos tus paseos por la plaza?- dijo Beck.
-No- Gina se encogió de hombros. Giró su rostro hacia la salida del callejón, y en un doble de la tela azul, Beck notó que las cejas de la niña eran castañas.
-¿Cómo te arrastraron hasta aquí?- quiso saber él.
-Me sacaron del grupo, son dos niños, es claro que podrían conmigo.
Beck la condujo hacia la salida.
-¿Por qué no gritaste?
Gina se volvió a observarlo, su ojo azul se veía realmente frío.
-Eso me habría dejado muda - murmuró con su voz ronca.
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La Capa de Aquel.
RomanceÉl no puede recordar su pasado. Ella desearía poder deshacerse del suyo. Con sed de incertidumbre, ambos se unirán para descubrir la causa de las atrocidades que los acechan. Un mal que va detrás de tres linajes no tan distintos, varias promesas, un...