Palabras Desgarrantes

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—Lo siento... Mi pequeño otoño— Lagrimas sobresalían de sus ojos mientras su vida escapaba de los cristales. Y esas fueron las últimas palabras de mi madre. Durante mucho tiempo tuvo una depresión que la iba carcomiendo poco a poco, desde que mí hermano fue asesinado una noche, ella no volvió a ser la misma, cada día comía menos, su luz ya no afloraba. Empezó como encierros en su habitación para que yo no escuchará su llanto, Papa nunca entendía lo que pasaba, realmente Papa no estaba. Desapareció hace muchos años, simplemente dejo de hablar con ella cuándo aún yo tenía pocos meses de haber nacido. Yo me sentía tan indefensa ante todas las cosas que le pasaban por la mente. El día de su muerte tuve que mantenerme fuerte a pesar del dolor, sus últimas palabras aún me aturden y me fractura el pensar qué se fue creyendo que era un estorbo.

Hacen 4 años Mama murió por cuestiones que soy incapaz de relatar en voz alta, he tenido que velar por mí misma. Papa envía dinero pero nunca he visto su rostro y mucho menos tengo información de su paradero, solo una nota con mí apodo. "Mi pequeña otoño".
Mi madre me contó que ese apodo nació al ver mi cabello, ya qué el color del mismo es como las hojas que caen en la estación. Jane fue mi mejor amiga desde que tengo uso de razón y desde qué sucedió aquello, decidió mudarse conmigo para poder tener una guía a mi lado, a pesar de que solo sea 2 años mayor que yo. Me despierto muy temprano para arreglar mi frondoso cabello y alistarme para la preparatoria y aunque me apresuro siempre escuch...

—!EL OTOÑO NO SE TARDA TANTO CÓMO TÚ PARA ALGO TAN SIMPLE COMO ALISTARTE, TE AMO!— Esos típicos gritos cuándo solo pasan 10 malditos minutos aunque ella ha tenido la oportunidad de confirmar todo lo que puedo demorarme con mi cabello.

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—Liss, deberíamos trabajar en alistarnos con más rapidez ya qué cada que entramos a clases, ya todo el salón esta dentro— Hablaba Jane mientras examinaba el auto para partir al Instituto, quedaba a 10 minutos pero el auto nos quitaba al menos 6 minutos de caminó.

La institución era bastante simple, fachada típica de una escuela cualquiera. No era costosa y de hecho era la única en nuestra ciudad, su nivel educativo no era malo, simplemente era una escuela con mucha matrícula y muy poca organización por parte de los docentes. —Liss— El profesor de orientación pronunció mi nombre mientras acomodaba sus lentes, yo preste atención atentamente ya qué probablemente se venía una pregunta rara.
—¿Cuál es la siguiente fase luego de la muerte?—

—Que te coman los gusanos— Respondí de mala gana pero cuando el profesor estaba por regañarme a causa de mi sarcasmo, una familiar voz inundó el salón...

—Realmente los gusanos no te devoran, al menos no siempre. Para que eso pase, debe entrar agua en el féretro o que alguna mosca se quedé dentro al momento del sepulcro.—
Dastan tenía su mirada pegada a la pared ya qué no acostumbraba a mirar a las personas a los ojos, al principio se pensó qué era por superioridad pero descubrimos que realmente le incomodaba por su condición genética, realmente lo descubrí yo pero son cositas extras.
La voz de Dastan me saco de mis pensamientos.

—Es bastante tétrico qué las personas tengan ese pensamiento, ya qué imagina que solo puedas no existir mientras miles de gusanos devoran tú carne muerta, por muy dantesco que parezca, es sumamente asqueroso. Y a propósito profesor.— El profesor lo miró atentamente y nosotros nos preparamos para esos debates entré dos lunáticos, claro que uno era más guapo que el otro.
—Probablemente luego de la muerte no haya nada más que oscuridad y soledad, ponga su mente a trabajar y piense en qué sentido tendría que las personas volvieran de la vida simplemente para nacer una y otra vez en distintas condiciones, es estúpido pensar en ello.— El profesor sonrió y nos sorprendió a todos ya qué por primera vez, acabó la discusión bastante rápido. —No Dastan, no pienso que luego de la muerte haya un Renacimiento, pienso que hay una vida eterna, pero más malvada que en la Biblia—.

Y eso consiguió erizarme los pelos ya qué con una sonrisa, pronunció la frase que tanto conocía y desconocía. "Inferno"

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—Por más que intentó aburrirme con las clases de Jonas, nunca puedo dejar de pensar en esas profundas respuestas y debates qué se da a muerte con Dastan—. Jane estaba hablandome pero realmente no estaba prestandole atención, realmente estaba mirando a Dastan y es qué hoy tenía una venda en su mano, frecuentemente veía diferente heridas en su cuerpo pero casi siempre eran en sus manos y brazos, realmente esperaba que algún día dejarán de aparecer pero nunca dejaron de frecuentar en su cuerpo. —Hoy Dastan tiene una herida en su mano izquierda—. Decidí cortar el tema con Jane y decirle lo de Dastan, ella lo miró y se dio cuenta que efectivamente la tenía.
—Aveces me preocupa que el chico sea un peleador clandestino y siempre pierda—.

Amaba a Jane, siempre lograba sacarme de mis preocupaciones con sus chistes divertidos o sus hipótesis alocadas que solo su mente era capaz de pensar. Conocí a Jane cuando tenía al menos 5-6 Años, la conocí un día de abril cuándo mamá me llevaba a jugar en un hogar cercano al nuestro, su mama y la mía eran mejores amigas y probablemente se conocían desde mucho antes de nuestro nacimiento. Jane era increíble. El toque de Jane me trajo a la realidad y entendí que Dastan se estaba levantando e intentaría ver sí al despegar la mano de la mesa, le doleria el contacto o algo parecido. Dastan era un chico un poco más alto que yo, realmente era patéticamente mucho más alto que yo, tenía tez pálida y su cabello era negro originalmente, actualmente lo usaba con reflejos morados, sus brazos estaban repletos de tatuajes y probablemente hasta su cuello, en sus manos habían insectos y algunas letras, su brazo derecho tenía un Dragon azul gigantesco con un chico de cabello rojo empuñando una espada, al parecer el dragón era una especie de serpiente marina. En su brazo izquierdo tenía muchas escrituras y también había un Dragon pero esté era de fuego, nunca he podido distinguir los demás pero probablemente sean asiáticos, su cabello llega a sus ojos y estaba cortado de forma impar, probablemente el chico lo hacía el mismo, casi nunca hablaba y cuándo lo hacía, su voz no era grave pero era muy tranquila y serena, bastante automática en el mayor de los casos. Dastan no hizo ningún gesto al levantarse y luego se puso en marcha hacía la salida.

RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora