Esa mañana llamé la atención de quien no debía.
Yo no lo busqué.
Era lo que siempre evitaba.
Pero en el momento en el que me di cuenta de que me tenía en sus manos, ya era demasiado tarde.
Marcus Winston es un depredador envuelto en encanto que ten...
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Marcus
Mis ojos no se han apartado de ella en toda la noche. Bebe como si nunca hubiera probado un trago y baila de la mierda junto a mi hermana pequeña y el nuevo chico que no está haciendo más que cabrearme a medida que pasan los minutos.
No sé que mierda me pasa pero no puedo dejar de estar resentido con él y siento que es más que porque es un niño bonito estúpido que para rematar también es un torpe que le debe la vida a ella porque se atrevió a defenderlo y a Mía porque nos contenemos.
De no ser por ella hace mucho hubiera soltado la correa para que le aplaste la cabeza al niño nuevo y molesto que no despega las manos de ella.
Joder, soy incapaz de reconocer que siento celos de él porque está tocando lo que desde hace tiempo yo quería tocar.
Reina es como el círculo del infierno al que me veo tentado a entrar, pero que por más que quiero no puedo.
Nadie está preparado para eso.
Me refiero a un acercamiento más que problemático de un Müller y Winston.
Desataría una catástrofe.
Y es por eso que me veo tentado.
La sed de destruirla y quitar todas sus capas me tienta de una manera descontrolada.
Tanto que estoy temiendo de lo que soy capaz.
—¿Vamos a la habitación?—pregunta Stassy coqueta en mi oído.
Otro día me hubiese puesto la polla como un palo y ya la tuviera contra cualquier superficie rompiendo su canal. La cosa es que parece que estoy bloqueado porque no puedo dejar de desear que sea otro calor el que me cubra y otra boca la cual morder y saborear su sangre para luego besar su labio hasta que los míos arda.
Traer a Stassy a la fiesta de bienvenida fue un mal movimiento. La traje para distraerme y alejar a Cristal de mi camino y en vez de eso lo único que me está causando es molestia.
—Piérdete un rato y después búscame—le digo sin siquiera mirarla.
Siento su mirada molesta en mi pero no duda a la hora de irse de alejarse de mí.
—Hombre, ¿cuál es el problema?—Héctor se acerca al ver el pequeño espectáculo—Lo único que quiere es un poco de placer y es lo que necesitas. Llevas una semana sin follar y eso te tiene un poco fuera de control.
—¿Por qué no la follas tú?—le pregunto sabiendo la respuesta, sin embargo, no está de más molestarlo.
Deja escapar un quejido y busca con la mirada a su mayor dolor de cabeza.
—Ya sabes cómo es esta mierda—aprieta la mandíbula viendo como el chico nuevo abraza a mi pequeña rubia hermana y le da un beso en la mejilla—Juro que quiero matar a ese desgraciado.