Capítulo 26

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Último capítulo, que disfruten🔥

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Reina

El calor del aire me abraza al cruzar el umbral de la puerta. La fiesta está en pleno apogeo: risas, murmullos, el sonido vibrante de la música y el inconfundible aroma a comida llena de especias flotan en el aire. Todo está en su lugar, perfecto, casi como si fuera un sueño. Pero algo dentro de mí se tensa. La anticipación no viene de la música ni de la gente; proviene de algo más profundo, algo que no se puede ignorar.

Pero no es Marcus lo primero que veo cuando mis ojos recorren la sala. Es Francis. Allí está, rígido como siempre, con su mirada dura y su porte impecable. Me observa desde el umbral de la sala como si fuera una intrusa, y no hace esfuerzo por disimularlo.

-Señorita Reina -dice, el tono neutral, pero la mirada... ah, esa mirada... llena de algo mucho menos que cordialidad.

Mi cuerpo se tensa, pero mantengo la compostura. Un simple asentimiento y sigo mi camino. Intento no mirarlo más de lo necesario, pero siento su mirada clavada en mi espalda. Hay algo en el aire, una chispa de hostilidad que no logro entender. Como si no fuera bienvenida aquí, como si me hubiera colado en un mundo que no es el mío. Pero no voy a darles el gusto de ver cómo me afecta.

Los murmullos de los invitados se funden en un zumbido sordo mientras me adentro en el salón. Reconozco a algunas personas de la parte de Marcus, pero no me detengo a saludarlos. No quiero estar aquí por cortesía. Estoy aquí por él, y solo por él.

En busca de algo familiar, mis ojos encuentran a Mía. Allí está, al fondo, relajada, copa en mano, y una sonrisa en los labios. Me llama, como un faro en medio de la tormenta, y mi corazón da un suspiro de alivio al verla. No tiene la máscara de los demás. Con ella no hay jueces ni expectativas.

-Pensé que no vendrías -dice, abrazándome sin pensarlo dos veces, como si lo necesitara tanto como yo.

-Lo intenté, pero... ya sabes cómo es todo esto -le respondo, mirándola con una sonrisa que esconde el cansancio.

Ella se ríe suavemente, sabiendo que hay algo más, pero no pregunta. Mía es buena para saber cuándo no hacer preguntas.

-Sabes que si no te quedas, quién va a poner orden en este caos, ¿no? -bromea, la risa se le escapa mientras sus ojos se posan en los otros invitados, buscando algo en el horizonte.

No puedo evitar sonreír, a pesar de lo absurdo de la situación. Entre todo este lío de máscaras y sonrisas falsas, Mía es un respiro. Una voz tranquila en medio del ruido. Nos dejamos envolver por la familiaridad, hablando de cualquier cosa que no tenga que ver con Marcus o lo que estoy sintiendo. Historias tontas sobre la gente que conocemos, modas ridículas, y pequeñas ocurrencias. Hasta que, de repente, Florencia baja la voz, algo en su mirada cambia.

-¿Has oído algo sobre Roy? -me pregunta, el tono ahora cargado de algo más serio.

-Sí, claro. Estaba jugando con las dos, como si fuera su entretenimiento personal. Qué suerte que ya se haya ido. -La rabia en mi voz se disimula, pero es inevitable. Roy siempre fue el tipo de chico que pensaba que podía manipular a todos, que nadie vería su juego.

Destructive Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora