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Calor, era la sensación que sentían mis nudillos con cada golpe otorgado a mi contrincante. Con cada impacto sobre su rostro, abdomen, piernas y brazos mis latidos aceleraban

Golpe tras golpe la euforia aumentaba y la sangre salpicaba en todas direcciones

Un trabajo sencillo; demostrar que con el jefe no se juega, dar una lección que no olvidarían por lo cual no está permitido asesinar a nadie, algo que agradecía porque no quería cruzar aquella delgada línea

Pero... Con cada impacto que era recibido sobre el tabique contrario y el líquido carmesí brotaba en abundancia mayor era mi éxtasis y anhelo por continuar

Continuar derramando sangre sin importarme las consecuencias. Continuar disfrutando de los chillidos ajenos suplicando clemencia. Continuar con esa sensación indescriptible de libertad que solo aquí me era otorgada

Disfrutar del sufrimiento

¿Acaso comenzaba a perder la cordura?

Debo admitir que nunca he estado demasiado cuerdo

Me detuve hasta que los orbes del hombre debajo de mi se posaron en blanco, había perdido la consciencia. Y yo había perdido el interés de seguir

Me levanté del suelo, sacudí mis pelirrojos cabellos y limpié los rastros de líquido rojo que habían brotado momentos antes a mi rostro

Cinco hombres yacian en el concreto de aquella fábrica abandonada sin rastro alguno de continuar la "pelea", si así se le pudo llamar. Salí del lugar con mis manos en los bolsillos y tarareando una melodía cualquiera

Otro día de mierda en este negocio de mierda

—Excelente trabajo Akabane— aplausos rezonaban por el silencio que nos rodeaba

—¿Que haces aquí Gakuhō?— respondí cortante y sin mirarlo

—Solo quería asegurarme que realizaste el trabajo tan especial que te encargué— cruzó los brazos y posó su espalda en la puerta de su lujoso automóvil

—Sabes que siempre cumplo con esta mierda de trabajo, no es necesario que me vigiles— señalé hacia la entrada de la fábrica tras de mi —estos tipos no volverán a robar mercancía

—¡Oh no Akabane! Yo nunca haría tal cosa, solo quise venir en persona a recompensarte por tu arduo trabajo y fidelidad

¿Fidelidad he? Vivo bajo amenaza constante, no es porque te sea fiel, imbécil

Rodé los ojos

—Sube— abrió la puerta de su vehículo color negro y me ofreció a entrar

Sin decir más, me adentre

Viajamos en silencio, ni el chófer emitía ruido alguno. Me límite a ver las calles y letreros  pasar para que el tiempo transcurriera más deprisa

Y finalmente habíamos llegado. Su lujosa casa de dos plantas estaba frente a mi

Aquella residencia que era nuestro lugar de encuentros para transmitirme información y darme más "trabajos" por realizar

Entré sin siquiera preguntar, ya conocía el camino

Subí las tantas escaleras de mármol grisáceo y tomé asiento en el amplio sillón frente a su escritorio de caoba

—No tengo mucho tiempo así que dime para que más me quieres, Gakuhō— así era siempre nuestro trato, de forma cortante y distante

Nuestra relación era únicamente de jefe y empleado, o mejor dicho, ventrílocuo y marioneta

—Me agradas Akabane, directo al grano como siempre— acomodó sus mancuernillas y se dirigió hacia atrás de su silla principal en medio del despacho —necesito que hagas un trabajo mañana, pero además de eso te dije que te recompensaría así que...— retiró el cuadro colgado en la pared y dejó a la vista una caja fuerte de gran tamaño. De ahí sacó un arma

Amantes del crimen [KARMAGISA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora