El primer día decidí ir a la playa. Nunca había ido a ninguna, salvo una vez que fuimos a Gandia, pero como yo era muy pequeño ni me acordaba.
Así que esa era mi primera vez. Salí de casa con María. Cogimos un taxi y nos fuimos directos a la playa. Tardábamos mucho y dentro del taxi hacia muchísimo calor. Así que le metí prisa al conductor. Pero no sirvió de nada, porque nos metimos en un atasco.
Maldita sea. No íbamos a llegar a la playa así ni de coña.
-María, vámonos andando. La playa solo está a diez minutos de aquí.-
-Seguro, quieres andar con chanclas tanto tiempo... Te van a salir unas agujetas.-
-No importa, venga.- le digo a María mientras le pago al taxista.
Nos bajamos y damos un paseo hasta la playa. A los cinco minutos entiendo porque María me había dicho lo de las agujetas. Era horrible. Sentía que se me rompían los tobillos. Pero las ganas de ver la playa, era mayor al dolor.
Al fin llegamos, y no era para nada lo que me había imaginado. Estaba totalmente vacía y las únicas personas que había eran señoras de 40 y tantos años andando de una parte de la playa a otra. Además el agua estaba muy sucia por culpa de los barcos que habrían manchado el agua con la gasolina y toda la orilla estaba llena de algas. Y aunque quería bajar a tocar la arena, pensé que mejor irme porque estaba llena de latas y basura.
-María, ¡vámonos a casa que aquí paso de estar!- le dije casi llorando.
-Bueno, si es lo que quieres.-
Nos cogimos otro taxi y directos a casa. La primera vez que veía una playa y ya no quería volver a pisar una.
Cuando llegamos a casa, me fui directo a mi habitación y me decidí mirar todos sus rincones. Perece estúpido, pero te entretienes.
Cuando termine, observe mi botín. Había encontrado unos cuadernos antiguos, con dibujos muy buenos, una linterna sin pilas, tres dólares y un mando de Xbox roto.
Entonces pensé, que si había una mando de Xbox, quizás hubiera una Xbox. Y quizás funcionase. Si funcionase sería mi salvación para el verano.
Salí corriendo de mi cuarto y fui al cuarto de María, se lo conté todo y ella aunque al principio pensaba que yo estaba siendo un poco infantil, pero accedió a ayudarme.Y entonces empezamos a buscar la Xbox. Revolvimos la casa entera, pero no la encontrábamos.
-¿María? Yo no encuentro nada ¿y tú?-
Nadie respondió. Me asusté un poco.
-¿María?- volví a preguntar.
Nadie me contestó. Ya estaba harto. Salí de la habitación y decidí bajar a la cocina, pero en cuanto salgo por la puesta. ¡Bumm! Directo al suelo.
Me desperté en una camilla. Alrededor mío había un montón de policías y de médicos. También había bomberos y casi ni se podía respirar. Me desperté y me intente incorporar. No me dio tiempo a levantar ni el pie, cuando un hombre se me abalanzó y me tumbo de nuevo. Gritó algo en ingles, pero no entendí nada.
Me pinchó algo, y otra vez a dormir.
