El tengu y la doncella.
Cuenta la leyenda que un hilo rojo conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse...
Hay una historia, esta historia es de dos amantes: la princesa Orihime, una bella costurera, y Hikoboshi, un pastor de vacas. Vivían en diferentes lados del río celestial. Pero el padre de Orihime, el dios de los cielos, se enojó cuando ambos abandonaron sus deberes debido a su devoción mutua y les prohibió verse. Sin embargo, Orihime le suplicó y, como una concesión, les permitió reunirse una vez al año.
Esta historia está mal, la historia es tan antigua que ha cambiado al pasar del tiempo. Ella no era una costurera y el no era un pastor, ambos no vivían en los cielos, o al menos uno no..
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.El pequeño tengu dejó cuidadosamente el pincel en el tintero. Mientras revisaba lo que acababa de escribir podía oír de fondo el golpeteo de los shôji, agitados violentamente por el tifón que asolaba la isla en esos momentos. Era una noche más que desapacible para salir y no digamos ya para volar, pero tenía algo que hacer y unas pocas gotas de lluvia no iban a impedírselo. Con un suspiro guardó el documento en las mangas de su hakama, se calzó los getas altos y, tras ponerse la máscara de vibrante color rojo y larga nariz, salió de la casa.
***
Corría el año 2 de la Era Tengen bajo el reinado del emperador En’yū.
Aburrido del aislado pueblo en las montañas que le había visto
nacer, Hane decidió expandir sus alas lejos de los entrenamientos
y las aburridas charlas de los maestros. Cautivado como estaba por el resplandeciente cielo y los ríos que brillaban como joyas,
acabó sobrevolando un bosque demasiado denso. Puede que fuera eso lo que le salvó, ya que su precipitada caída se vio amortiguada de alguna manera por el ramaje de la zona. Habría sido una total desgracia para un tengu morir por haberse caído del cielo, pensó malhumorado. Hane se levantó con dificultad, agradecido por el último arbusto que había suavizado su caída… Y ahora que se fijaba, ¿era su imaginación o el arbusto se acababa de quejar? Hane se asomó sobre la susodicha planta y entonces pudo ver a una niña sentada delante de él. Parecía tener unos siete años, alrededor de su edad, con brillante pelo negro, vivaces ojos verdes y una cara que podría considerarse bella si no fuera por el enfurruñado entrecejo que la
decoraba. Pero más importante que todo eso, la chica era humana. Hane decidió salir volando de allí lo más rápido posible, ya que los cuentos de los tengus mayores sobre la crueldad de los humanos eran de las pocas cosas a las que sí había prestado atención. Sin embargo, un dolor agudo le atenazó una de las alas y le obligó a quedarse parado agarrándose con fuerza el brazo herido, en un intento de hacer que esa desagradable sensación se pasara más rápido. Demasiado preocupado por el dolor, Hane no se fijó en lo mucho que se había acercado la chica hasta que sintió que algo frío le tocaba la zona dolorida. En un acto reflejo, extendió de golpe las alas para apartar a la humana. Estaba pensando en cómo salir de allí, cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer: podía extender las alas sin problemas. De hecho, ya no sentía ningún dolor. Se volvió sorprendido hacia la chica, que a pesar de haberse caído en el suelo le miraba con aire de superioridad, al parecer muy orgullosa de que su medicina hubiera funcionado. El joven tengu desconfiaba de los humanos, así se lo habían enseñado, pero de la misma manera le habían enseñado a ser agradecido.—Soy Hane. ¿Cómo te llamas, niña? –le espetó enfurruñado–
—Michiko.
A la vez que respondía, la niña le sonrió de oreja a oreja. Esa sonrisa pareció iluminar el corazón de Hane, que se sonrojó ligeramente.
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.Marco miró el cielo estrellado y luego ha aquel barco de la marina que se dirigía lentamente a la isla donde se encontraba, cualquier pirata al ver un navío de la marina huiría sin pensarlo dos veces, pero apesar de todo el se quedó mirando embobado aquel pequeño hilo que lentamente se hacía más y más pequeño...
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.Espero que les haya gustado, El tengu y la doncella no es una historia mía, pero cambiaré algunas cositas.
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✿|𝓔𝓷𝓽𝓻𝓮𝓵𝓪𝔃𝓪𝓭𝓸𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓮𝓵 𝓭𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝓸 |✿
FanficEn un mundo donde existen piratas y frutas diabólicas, rige otro tipo de sistema además del de la Marina y su extensiones. Alfas, Betas y Omegas. Estás tres tipos de personas son las que conforman a la población mundial, exceptuando algunos casos. D...