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Continuación del capítulo 16.

Sunoo despertó entre los fuertes brazos del Alfa, todo estaba bien hasta que recordó la marca en su cuello y se dio cuenta que seguía desnudo... ¡Y que también Sunghoon estaba como llegó al mundo!

El rostro del Omega en esos momentos era más rojo que el color de su piel normalmente. Y que entre sueños Sunghoon lo acercara más a su cuerpo no ayudó.

Por el momento pensaba que su Alfa seguía dormido hasta que recibe un beso en la nuca que despierta todos sus sentidos y eriza su piel.

— Buenas ¿Noches? —la voz ronca del azabache no ayudaba.

Todo estaba oscuro, solo entraba por la ventana luz de las calles.

Más besos llenaron la blanca piel de Sunoo, su lobo se sentía como un cachorro yendo para todos lados agitando la cola.

— ¿Tienes hambre? —cuestionó Park rozando sus labios contra la piel ajena.

A Kim le avergonzaba admitir que a pesar de tener hambre no quería que el Alfa dejara de abrazarlo, le encanta el calor que emana el otro y lo cobija con dulzura.

— No —mintió—. ¿Tú tienes hambre?

Giró para quedar de frente al azabache, quien estiró su brazo y encendió la lámpara sobre la buró.

Las grandes manos del castaño acunaron las mejillas del contrario y unió sus frentes acariciando ambas narices con cuidado.

— Si tengo hambre y ya sé que es lo que quiero comer —el tono de voz sugerente que usó pareció no notarlo el menor.

— ¿Qué? Yo te lo preparo —dijo inocente.

El contrario solo rió y negó con la cabeza, besó castamente los suaves labios de su Omega acariciando la expuesta cintura.

Sin pensarlo demasiado continuaron el beso uniendo sus pechos sintiendo lo pegajosos que habían quedado.

Pero estaban lo suficientemente excitados como para detenerse, Park siempre había tenido una pequeña fantasía y obviamente la quería cumplir.

Con toda su fuerza de voluntad salió de la cama y fue hasta el baño para abrir la llave caliente y fría de la regadera, regresó hasta el castaño y lo levantó de manera de que pudieran seguir besandose.

Entró con cuidado de no resbalarse con el menor en brazos, lo dejó en el mojado piso y lo hizo apoyarse de frente en la pared.

Comenzó a masturbarlo mientras restregaba su miembro entre los blanquecinos muslos de su Omega.

— Ngh~ Sunghoon —gimió al sentir dos dedos de una sola vez abriendolos como tijeras en su interior.— Se siente extraño.

El agua templada caía sobre ambos dándole un toque más caliente en el punto de vista del azabache.

Sacó sus dedos y lo cambió por su dolorida erección.

La manera en que las paredes lo apretaban le hizo jadear extasiado, no esperó mucho para comenzar a moverse.

Sus pieles chocaban cada vez que embestía de nuevo, las piernas del Omega dejaban de responder y perdían fuerza a cada espasmo que atacaba su cuerpo.

Sunoo sentía el usual cosquilleo en su pelvis avisando que se encontraba realmente cerca del orgasmo.

Park llevó su diestra al miembro del menor para ayudarlo a terminar.— ¡Sunghoon!~ —aquel gemido fue más un grito que seguramente todos escucharon.

Kim se corrió, el azabache embistió un par de veces aprovechando la manera en que lo estaba apretando el menor y salió antes de venirse.

Toda su esencia manchó la espalda del otro.

Celo con el enemigo. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora