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2 años después...

La pareja se encontraba descansando en su sillón mientras una película se reproduce en la televisión sin nadie que la mire. Ambos cursaban la universidad y está solía consumir todo su tiempo, además de que ambos trabajan.

Sunoo consiguió trabajo en una cafetería donde todos se turnaban para las tareas, el Alfa estuvo renuente a dejarlo trabajar pero como siempre lo convenció.

Sunghoon trabajaba en el mismo restaurante, los fines de semana, y también junto con su padrastro en un despacho de abogados donde apenas se gradúe trabajará ahí.

Ya llevaban demasiado dinero ahorrado, no planean vivir para siempre en aquel pequeño departamento por eso en quince minutos irían a hablar con una señora que vendía su casa.

— Sun, ya debemos irnos —insistió Park con desgano.

El castaño no hizo más que abrazarlo con más fuerza y soltar un gruñido, ama recostarse encima de su mayor.

— ¿No quieres ir a ver dónde nuestros hijos van a crecer?

La brillante sonrisa y la ilusión en los ojos de Sunoo llenaron de calidez el pecho de Sunghoon, esa mirada soñadora hace a su lobo aullar feliz.

Bajaron al estacionamiento para tomar la motocicleta, el azabache ayudó al menor a colocarse el casco.

Kim ya no se abraza al contrario como si su vida dependiera de ello cada que van en moto, ahora disfruta el viento contra su rostro.

Llegaron a un pacífico vecindario, una mujer de unos sesenta años esperaba sentada en el jardín, cuando los vio se acercó con una linda sonrisa.

— Son más jóvenes de lo que pensé, ¿Cuántos años tienen? —preguntó asombrada la beta.

— Yo 19 y él 18 —contestó el Alfa abrazando por la cintura a un sonriente Sunoo.

La mujer les mostró la casa y habló maravillas de los vecinos, se notaba lo mucho que le gusta ese lugar.

— ¿Por qué se va? —preguntó indiscreto Sunoo— Sí puedo saber...

La mayor le sonrió dulce, se recargó en una pared antes de soltar un suspiro y ver nostálgica la casa vacía.

— Ya es muy grande para mí sola, cariño...

No saben en qué momento terminaron sentados en el suelo conversando cómodos con la señora Lee. No se dieron cuenta de que el tiempo pasó tan rápido hasta que el sol comenzó a esconderse.

— Nos volveremos a ver —aseguró Sunghoon.

— Eso espero, jóvenes.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

Con todo el dinero ahorrado juntaban más de la mitad, habían llegado a un acuerdo pues a la señora le gustó la clase de personas que eran. Les aceptaría que pagarán en abonos dándoles la oportunidad de conseguir el resto sin perder la casa.

Sunoo apenas entró al departamento se quitó su camisa para ir a buscar la de su uniforme (una simple camiseta blanca de botones con el logo) y volvió a salir para que el Alfa que lo esperó en la moto lo llevara. Los fines de semana el castaño tomaba doble turno y le tocaba cerrar el lugar, Sunghoon mientras aprovechaba el tiempo para comprar lo que hacía falta, pero esta vez pidió solo el turno de la noche y del día siguiente libres.

El azabache observaba a su novio a través de las ventanas del local, había tomado ese fin de semana libre para pasarlo con su Omega.

Condujo su motocicleta hasta su florería favorita, donde compraba las gardenias.

Una Omega ya rondando por los setenta años junto a su esposo atendían aquel lugar.

Compró el ramo más bonito y lo acomodó de forma que no se dañe en el trayecto de regreso. Esperó afuera un par de horas hasta que su celular le llegó un mensaje preguntándole dónde estás, de su novio.

Rió pues el árbol realmente lo había cubierto.

Se acercó a Sunoo, quien volteo al sentir el olor del Alfa.

Sus mejillas se encendieron al verlo con un ramo de flores para él, nunca se lo esperó, ni lo imagino. Lo recibió con manos temblorosas y con cuidado de no dañar las flores, abrazó a Sunghoon mientras dejaba besos por su pecho.

— Vamos a descansar, bebé.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

Estaban acostados, el menor recostó su cara en el pecho de su Alfa mientras por la puerta miraba el ramo que acomodó de tal manera para poderlo admirar cada que quiera.

— Creo que quieres más a las flores que a mí —bromeó el azabache.

El castaño se acomodó en la cama apoyándose en sus codos para ver a Sunghoon.

— Me gusta verlas porque recuerdo cuando me las das, hoy sonreías como conejito y te veías tan lindo... ¡Te sonrojaste! —exageró Sunoo.

En un rápido movimiento el Omega se sentó sobre sus piernas y con sus manos acunó el rostro ajeno viendo las mejillas coloradas, no se resistió dejar besos por las mejillas mientras chillaba halagos.

A Sunoo le gustaba saber -por los sonrojos- que lograba avergonzar al Alfa y no solo era al contrario.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

Hayi y los padres de Park se encontraban en su sala, llegaron de sorpresa y entraron como si fuera su propiedad.

La molestia de la madre de Sunoo no duró demasiado pues al mes les pidió una disculpa, incluso los visitaba constantemente para vigilar que no tuvieran cachorros a temprana edad y disfrutaran su compañía a solas.

— Así que quieren comprar una casa... —las miradas confundidas pedían una explicación— Él conoce a la señora Lee, fue su abogado cuando quisieron embargar su casa por un error.

Acaso habrá alguna cosa que puedan mantener en secreto, pues parece que a sus madres realmente los pajaritos les cuentan lo que hacen.

— Lo que queremos decir es que podemos ayudarlos a terminar el pago pronto... —dijo la madre de Sunoo.

— Es algo que queremos hacer nosotros dos —justificó el azabache.

— Póngalo así: mientras más pronto se muden podrán rentar aquí y obtener el dinero sin matarse en el trabajo —como siempre Hayi miraba más allá que todos—. Nos pagarían.

Los menores intercambiaron miradas y ceños fruncidos, ¿Sería lo correcto? No estaba mal la idea, así Sunoo dejaría el turno de noche y podrían estar tiempo juntos y dedicarse un poco más a los estudios.

Entonces aceptaron el trato.

Celo con el enemigo. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora