Ángel | l.h

II

Año 2015

Emma

-Cinco minutos. -escuché que decía el profesor.

Mi ritmo cardíaco aumentó en una milésima de segundo. Sólo tenía cinco minutos para responder las preguntas restantes del examen.

Las leí y releí una a una varias veces hasta dar por fin con la respuesta correcta. Justo acabé de escribir la última palabra cuando el timbre de clase sonó.

-Dejad los bolígrafos y pasad los exámenes para delante.

Al acabar de hacer lo que el maestro ordenó salí del aula lo más rápido que pude. Lo único que quería ahora era volver a casa.

Pasé por los pasillos del instituto desapercibida, o al menos intentándolo.

-Vaya vaya, pero mirad a quien tenemos aquí. -su voz chillona casi hace que me sangren los oídos.

Naly, la capitana del equipo de animadoras era la perra que intentaba hacerme la vida imposible. A decir verdad era muy guapa y tenía un buen cuerpo, pero eso no le daba derecho a menospreciarme.

Ni siquiera la miré a la cara cuando se acercó a mí. Intenté pasar de la situación pero me fue imposible, ya que me agarró del pelo y tiró de él hacia abajo, haciendo que cayese al suelo.

-Que débil eres, a ver si aprendes a defenderte mejor. -se rió en mi cara.

Detrás de ella estaban Anne y Sophie, dos de las animadoras. Ellas también comenzaron a reírse.

Levántate Emma, dijo la voz de mi cabeza.

La ignoré por completo y me quedé ahí sentada, esperando a que se fueran.

-Levántate, perra.

En ese instante mi sangre hervía de rabia. No. No iba a aguantar nada más de Naly. Nunca más.

Me armé de valor y me puse en pie para encarar a la fiera que tenía delante. No se cómo ni cuando, pero un puñetazo fue estrellado contra su nariz, haciendo que sangrara. Sonreí internamente.

Decidida a darme la vuelta, la chica se abalanzó sobre mí y empezó a golpearme. No empleaba la misma fuerza que yo utilizaba, por lo que eso era una ventaja.

Su palma chocó contra mi mejilla, y mi puño golpeó fuertemente su cuello.

Sophie chillaba como una colegiala presa del pánico, mientras que Anne iba en busca de ayuda.

Las ignoré e hice que giraramos hacia un lado, posicionándome así encima de la rubia. Le di otro puñetazo, pero esta vez en el ojo.

Ella simplemente me estiraba del pelo para hacerme daño, pero sus esfuerzos fueron en bano.

Ya basta.

La golpeé de nuevo.

Emma, ya vale.

Hice caso omiso a la extraña voz.

¡Emma!

Iba a depositar otro golpe en su magullada cara cuando un par de brazos rodearon mi cintura, alejándome de esa maldita zorra.

-¡Suéltame! -grité a los cuatro vientos. No obtuve respuesta alguna. Pataleé intentando zafarme de aquel extraño. Joder, aún no había acabado con ella.

Me arrastró hasta el patio del municipio, donde varias miradas se posaron en mí.

Cuando llegamos al lugar que la persona de detrás mío quiso, me posó en el suelo. Estaba furiosa, para una vez que me rebelo en contra de Naly tiene que interponerse alguien. Me giré sobre mis talones para enfrentar a mi "salvador".