Capítulo 7: 1993. Margarita

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1993. Margarita

Calliope entró en mi invernadero. Se sintió como si el espíritu de mi madre se escapara por la puerta. Apreté los labios.

—Sabes que no...

—Esto no funciona.

Dejé las tijeras en la mesa de madera y le dediqué toda mi atención.

—¿Verdad? No me quieres.

—Claro que te quiero.

—No. No de la forma en la que quiero que me quieras.

Sus ojos estaban anegados en lágrimas. Me quité los guantes y y me acerqué a ella para quitarle un mechón de pelo de la frente. Calliope se apartó, cruzándose de brazos.

—¿A qué viene esto?

—No me tocas, no me miras. No te sientes como un hombre enamorado. Y no me mientas, Louis. Odio las mentiras.

Me humedecí los labios y aparté la mirada. Asentí con la cabeza.

—No tienes ni idea —dije —. Yo...

—Dilo —dijo, dándome un golpe en el pecho, derramando lágrimas por fin —. Dilo, Louis. Di que solo te quieres a ti mismo, y a tu invernadero, que eres un egoísta y que debería irme de tu vida.

—Calliope...

—Por favor.

El silencio se hizo en el invernadero. Suspiré profundamente y cogí la flor que estaba cuidando cuando llegó. Le puse la margarita en el pelo y sonreí con tristeza.

—Te quiero, pero no cómo tú quieres que te quiera —admití —. Roger te ama.

Calliope se tapó la boca con el puño. Se dio la vuelta para que no siguiera viéndola llorar.

—Te ama como yo nunca podré amarte a ti o a ninguna mujer.

Calliope salió del invernadero y yo, una vez más, me quedé solo.

el chico de las flores ; lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora